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San Fernando

Gran Poder abre en San Fernando una jornada de Miércoles Santo marcada por el desafío del levante

Procesión del Gran Poder en San Fernando / Foto: Juan Antonio Sánchez Bernal/Vídeo:D.C. (San Fernando)

A su cita con el Miércoles Santo no ha faltado esta vez el viento de Levante, que tantas veces ha estado presente en esta jornada que marca el ecuador de la Semana Santa isleña. Las hermandades del día no han podido zafarse de su siempre incómoda presencia, que desde la semana pasada amenazaba ya en los partes meteorológicos.

Y la pauta reinante en la primera mitad de la Semana Santa, en la que el buen tiempo ha sido el mejor aliado de las cofradías, ha cambiado por completo para dejar apagados los cirios que tanta cera han repartido en los primeros días.

Por lo menos, a primera hora de la tarde no ha soplado con tanta intensidad como para desmerecer ese capítulo uno del Miércoles Santo que escribe la hermandad bazanera en el momento clave de una salida irrepetible en la que todos se vuelcan con la cofradía: la del Gran Poder. Todo, el Miércoles Santo, empieza y termina con esa imagen nazarena y su dolorosa del Amor. En la barriada Bazán, por supuesto, que es algo así como el alfa y omega de esta nueva jornada cofrade. 

Eso sí, el fuerte viento -las rachas más fuertes han superado los 50 kilómetros por hora- no ha implicado por ahora ni cambios ni modificaciones alguna conforme al itinerario previsto inicialmente. 

Vera Cruz ha anunciado la adopción de algunas medidas, como que procesionará sin el estandarte en el cortejo y sin la parihuela del Lignum Crucis. Un hermano portará en su lugar la santa reliquia en sus manos. Y los hermanos, además, llevarán la cola recogida durante la salida. 

La hermandad ha enfilado directamente la carretera de La Carraca en busca del puente que lleva su nombre para buscar el centro poniendo así en marcha un nuevo Miércoles Santo detrás de esa cruz de guía dorada.

Un detalle: en la primera sección de los hermanos de fila se han visto ya a todos los hermanos luciendo sus capas blancas, que poco a poco -así lo aprobó la hermandad en cabildo hace ya unos años- se irán incorporando al resto del cortejo.

La salida del portentoso nazareno que tallara Dubé de Luque, esta vez luciendo con poderío su túnica morada bordada, a los sones de la agrupación musical de la Sagrada Resurrección de Sanlúcar repitió ese momento de orgullo cofrade de barrio que siempre contagia esta hermandad a su salida… Y también luego, a su vuelta. 

En la plaza sonaron marchas para el momento como Costaleros gitanos y Nuestro Padre Jesús de la Victoria.

No han faltado en estos instantes iniciales las saetas a los titulares de la hermandad en un homenaje que le ha brindado la asociación de vecinos de la Bazán en la plaza de la Sagrada Familia. Así, con esas muestras de cariño, da gusto empezar el recorrido.

Además, a la imagen de María Santísima del Amor ha lucido por primera vez en la calle su nueva corona, realizada por el orfebre Antonio Gustavo Navarro López a partir de un diseño que ideara el isleño Antonio Alías. La presea pudo verse ya en los cultos que la hermandad celebró en el pasado mes de enero, pero todavía no había procesionado en su paso de palio con ella.

En su paso, como en tantas otras cofradías de La Isla este año, un simbólico lazo marrón carmelita proclama su adhesión a la causa de la Hermana Cristina, que tan presente se ha hecho esta Semana Santa.

Ha sido especialmente complicado el discurrir del Amor por el puente del Gran Poder a la ida dada la intensidad del viento de levante en ese momentos. Los cargadores de refresco han ayudado desde fuera aguantando los varales para que tuvieran un poco más de refuerzo.

Con los Servitas 

Dos horas después –y mientras la cofradía de la Bazán avanzaba en su camino hacia la Carrera Oficial– la jornada del Miércoles Santo se ha completado con las salidas simultáneas que han realizado los Servitas y la Vera Cruz desde la Iglesia Mayor y desde la capilla de la calle Patrona.

Las dos primeras hermandades de negro de la Semana Santa isleña han cambiado ese lenguaje que hasta ahora, en estos primeros días de cofradías, se ha hablado en la calle para mostrar esos pasos en silencio, esos hábitos negros, esos nazarenos con los cirios en algo que no pierden la compostura, esa pose sobria.

Los Servitas han sido los primeros en adentrarse en Carrera Oficial nada más salir a la calle desde la Iglesia Mayor y, como siempre, en un cortejo iniciado con la imagen del Santísimo Cristo de la Buena Muerte a hombros de sus hermanos y el muñidor haciendo sonar su campana de duelo para avisar del paso de la fúnebre comitiva.

La Virgen de los Dolores, como siempre espectacular, ha procesionado bajo su característico paso de templete que tanta personalidad del cortejo de la orden seglar y a la Semana Santa isleña con los andares de la cuadrilla del Nazareno con su capataz, Javier Padillo, al frente. Funciona muy bien ese binomio con las maneras servitas. A pesar del fuerte viento, el cortejo luce siempre de una manera especial a estas horas de la tarde.

Vera Cruz 

El levante, desde luego, se ha hecho notar en la esquina de la calle Patrona con Bazán, ese punto clave que es la salida de la Vera Cruz desde el Cristo Viejo. Tanto como para que una de las insignias del cortejo –el senatus– sufriera un percance y tuviera que meterse de nuevo dentro de la capilla.

Solo la complicada maniobra de salida del paso dada la estrechez de la puerta del templo –los zancos del paso, el remate de la cruz, el Inri..– ha demorado la agilidad con la que la hermandad se ha puesto en la calle en tan solo cuestión de minutos.

Luego, además, la cuadrilla de la asociación Jóvenes Cargadores Cofrades (JCC) se ha puesto en marcha con brío, haciendo gala de andares sobrios y abriendo el compás.

La trabajada puesta en escena de una hermandad que en los últimos años se ha afanado especialmente en cuidar los detalles se ha notado y ha gustada. Porque la Vera Cruz, además, no deja de ser esa Vera Cruz de La Isla de siempre, ese el encanto que tiene el misterio del Calvario cuya salida proclama la campana de duelo de la capilla de Patrona.

La plazoleta se ha llenado también de isleños a eso de las siete de la tarde para ver esta salida tan típica de la tarde del Miércoles Santo.

Más que el ecuador de la Semana Santa

En realidad, hace años que el Miércoles Santo va más allá del ecuador de la Semana Santa isleña y que no solo es la mejor antesala posible de las grandes jornadas cofrades: la tarde del Jueves y la Madrugada del Nazareno. La jornada ha ido a más con el paso de los años gracias al buen trabajo de su triada cofrade, qué duda cabe.

Cada una en su línea, cada una con su estilo, su sello propio y un lenguaje muy personal que San Fernando ha aprendido a compartir y a valorar para recrearse –por igual y a pasos cortos– con el elegante silencio mariano del paso de templete de los Servitas, con el buen gusto de la Vera Cruz y ese sabor a Isla antigua, a Isla de siempre, que desprende su cortejo al pasar o con ese estallido cofrade que irrumpe en la jornada como una declaración de intenciones de la Semana Santa según los barrios que es la cofradía del Gran Poder.

Las tres han plantado cara además a una jornada muy distinta a las anteriores de esta Semana Santa que ha tenido que lidiar en todo momento con el viento de Levante.

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