La virtud de la escasez

24 de agosto 2025 - 03:07

Al pobre de Muñoz-Molina le ha caído una grande por hacer elogio de la escasez. En la entrevista se atreve a decir que “si hay una salvación posible de este mundo es recuperar la idea de escasez”. Enseguida le han hecho las cuentas del reloj que lleva en su pulsera, los muebles que le rodean y los ingresos que percibe, para ponerle en evidencia. Muchos se han preguntado en alto qué tiene de bueno la escasez, por qué nos hace mejores, qué grado de escasez sería el fetén. Le achacan hacer una apología de la pobreza.

Yo estoy con él en muchas de las cosas que dice. Quizás no hubiera utilizado la palabra escasez sino la sobriedad, el aprovechamiento de lo que tenemos y somos, la contención, el respeto a las cosas pequeñas y al esfuerzo cotidiano. Es curioso que muchos encuentren en sus palabras una apología de la pobreza porque precisamente lo más pobre es el despilfarro, la ordinariez, el consumismo atroz, la ignorancia e inconsciencia desbordada. A la austeridad se llega, es un largo, culto y laborioso proyecto. Sólo los sabios saben soltar lastre a lo largo de su vida y llegar a lo esencial.

Me crié entre la escasez y un poco de despilfarro, entre la supuesta necesidad de lo superfluo y el malabarismo para conseguir no pocas veces lo indispensable. Entre el hoyito con aceite y el restaurante cuando había posibles. Esa esquizofrenia me hizo desarrollar, no ya el sentido de la escasez, sino la conciencia de la ocasión especial, del milagro de la providencia y sufrir la amenaza de la pérdida. Lo normal nunca fue costumbre y eso me hizo pensar que en cualquier momento todo se podía ir al garete, todo. Esa forma de mirar con admiración y miedo a un tiempo, la llevo a todos los extremos de la vida. Los museos, los paisajes, los que hoy están y me quieren, mañana pueden no estar. No es un elogio de la pobreza sino del milagro de tener, recibir y a ser posible, entregar a los demás, los mayores dones.

Pero ¿Cómo valorar lo grande y lo pequeño si los jóvenes no pueden ni tener casa propia ni formar una familia? ¿Cómo reprocharle que consuman su mundo en viajes fugaces y compras sin sentido? ¿Cómo pueden llegar a la austeridad si no consiguen ni un trabajo digno? ¿Cómo pueden amar la naturaleza si no le hemos enseñado a deslumbrarse y a respetarla? ¿Cómo enseñar la escasez si no se ofrece nada verdadero? Sólo el que ha tenido algo valora la escasez. Démosle todo a la juventud para que la aprendan.

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