
La colmena
Magdalena Trillo
Machos alfa
Su propio afán
Me he hecho una teoría muy acabada acerca de la última gota, esa que desborda el vaso. Si no se tienen en cuenta todas las gotas anteriores, la posición de quien se desborda resulta ridícula: “Hay que ver cómo te pones por una minucia…”, le recriminan, sin caer en la cuenta de que hay minucias a miles ante las que no se puso así. Es importante conocer el mecanismo para explicarlo allí donde parezca que sobreactúas con una cosita de nada (¡que es la enésima!).
Lo digo porque estoy desolado con la noticia de que el juez José Ramón Navarro Miranda, presidente de la Audiencia Nacional, filtraba información privilegiada al Gobierno de Sánchez. ¿Qué es esto, preguntará alguno, tras la amnistía, el reparto del CGPJ, las mordidas de Cerdán, el Fiscal General de quien lo nombra, las sobrinas de Ábalos, la cátedra de Begoña y todo lo demás? Casi nada, pero es mi última gota.
Yo venía defendiendo el Estado de Derecho y la separación de poderes ante amigos que habían perdido la esperanza. Como sé que es mucho más fácil y rentable reformar que destruir y rehacer, quería salvar las estructuras básicas de un sistema que hacía aguas, pero al que quizá podrían salvarlo algunos parches valientes. Hoy reconozco que los desesperanzados tenían más razón de la que me gustaría. Si hasta el presidente de la Audiencia Nacional se había transformado en un correveidile del poder Ejecutivo, ¿qué queda de la independencia del poder Judicial?
Me ha hundido la moral. A veces, como saben mis hijos y mis alumnos, me cuesta mucho reñir a quien no me entrega un trabajo a tiempo porque yo no entrego todos mis artículos a tiempo o a quien no ha estudiado todo lo deseable, porque yo tampoco fatigo todas las bibliografías. Me repugna aplicar una regla que no cumplo. Y, sin embargo, estos jueces o esos magistrados del Tribunal Constitucional, que se saltan el secreto profesional, la deontología básica y la interpretación obvia de la ley para servir mejor a sus señoritos, luego no nos pasan ni una a los contribuyentes medios y a los ciudadanos del montón.
Humaniza que quien te juzgue sepa que, aunque goce de la potestad del sistema, carecería de autoridad si no se esfuerza por cumplir. Y es una tiranía cuando el que hace las leyes no se somete a ellas y cuando el que juzga se pasa las garantías por la toga.
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