Ulises

16 de agosto 2025 - 08:44

Christopher Nolan está rodando La Odisea, y como es un maestro de la autopromoción, ya se está hablando de nuevo de Ulises. Y se lo agradecemos, eh, se lo agradecemos. Si sólo se hubiera escrito un libro a lo largo de la historia, la Odisea sería suficiente para hacerse una idea de qué cosa misteriosa es el ser humano. En la Odisea está todo lo que podemos llegar a conocer sobre la vida. Es poema y mito y fábula y narración, todo a la vez. Es una autobiografía de Ulises y también un relato dictado por los dioses que se duelen de las desgracias de los hombres, pues Zeus lamenta que los hombres culpen a los dioses de sus desgracias, cuando “son ellos mismos los que traen por sus propias locuras su exceso de penas”. (Cito por la traducción de José Manuel Pabón, que conserva el salvaje retumbar del ritmo arcaico en el que Homero compuso sus versos, cuando la poesía, la danza, la narración oral y el canto eran una misma cosa).

En el personaje de Ulises están todos los hombres: el astuto, el cobarde, el mentiroso, el valiente, el colérico, el asesino, el que no es Nadie para ser todos los hombres, el que se pierde, el que no quiere regresar, y el que al final regresa convertido en mendigo porque todo hombre que abandona su hogar acaba siendo un mendigo. Ulises ha naufragado, ha conocido a los comedores de loto y ha matado al cíclope. Ha resistido el canto de las sirenas y ha visto morir a sus hombres. Ulises ha bajado al Hades y ha conversado con la sombra de Aquiles, en uno de los encuentros más conmovedores que se han narrado jamás. Y al final, cuando logra regresar a Ítaca, es un rey disfrazado de mendigo, o tal vez un mendigo disfrazado de rey, es decir, Nadie, uno cualquiera que es a la vez todos nosotros, aunque vuelva a casa “rebosante de espacio y tiempo”, como dijo Osip Mandelstam en uno de sus grandes poemas.

Y en la Odisea también están todas las mujeres: la fiel Penélope, la dulce Nausícaa, la Circe proto-feminista que convierte a los hombres en cerdos, y la triste Calipso que no quiere que Ulises salga de su isla sombría que es una especie de antesala de la muerte, un lugar sin tiempo y sin pasado y sin recuerdos. Sí, todo eso está en la Odisea. Y su rastro llega hasta nosotros. Cada vez que iba a la isla de Ítaca –la patria de Ulises–, Javier Reverte iba a beber retsina a la playa de Loutsa. Así que brindemos por Ulises, y por Calipso, y por Penélope, y por el fiel perro Argos, y por Javier Reverte, y por todos los amantes de las islas.

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