
Yo te digo mi verdad
Manuel Muñoz Fossati
Sánchez no decide
Cádiz padece un problema de vivienda desde hace décadas. Se construyeron Las Mil Viviendas, el Cerro del Moro, la Barriada del Río San Pedro, zonas tan densas como Los Ducados o La Laguna, la gente se iba a vivir a San Fernando en La Ardila y aquello que llamaban los cañaíllas La Pequeña Cádiz, el que empezó a tener algo más de dinero se iba a Chiclana o a El Puerto. Incluso desde hace tiempo hay gente que se va a vivir a Jerez (¡a Jerez!), ya no quedan jugadores del Cádiz que vivan en la ciudad, hemos elegido a un alcalde de Jerez como antes tuvimos a una alcaldesa que vivía en El Puerto. Monseñor Añoveros acuñó la expresión “chabolismo vertical” para expresar la degradación de la vivienda, hizo falta que Luis Pizarro impulsase la rehabilitación del Casco Antiguo para mitigar este grave problema, rehabilitación a la que ha dado un impulso la iniciativa privada gracias a las viviendas turísticas. Digo más: todos los bloques de pisos que se hicieron en los 60 y 70 en el Paseo Marítimo estaban destinados al alquiler turístico mucho antes de que se inventase ese horroroso acrónimo llamado VUT. El problema de la vivienda, al menos en Cádiz, no tiene su origen en el turismo, se da en toda Europa, en zonas turísticas y en las que no lo son. Es cierto que el turismo ha agravado este problema en Ámsterdam, Lisboa, Málaga, Barcelona o Madrid, que ya existía en Londres, Berlín y París, por citar algunas ciudades. La falta de viviendas ha producido un encarecimiento por lo que se ha buscado al turismo como responsable. De hecho en Cádiz solo el 2% del conjunto de los pisos de la ciudad se dedican a viviendas de uso turístico, en la playa y en el Casco. Es difícil señalar al turismo como principal responsable del encarecimiento del precio de la vivienda en venta o en alquiler. A pesar de que dato mata relato, al final los turistófobos le han ganado la partida al resto, el Ayuntamiento ha cedido al relato de que el turismo asedia a los pobres vecinos. Todos estos exaltados radicales contra el turismo son a su vez turistas cada vez que salen de Cádiz camino de otra ciudad o cuando se alquilan un chalet con piscina para pasar sus vacaciones. Todos usan aerolíneas de bajo coste, apartamentos turísticos u hoteles, todo aquello que critican en la ciudad. Todavía no hemos llegado a increpar a los turistas ni a dispararles con pistolas de agua a los guiris (gran chirigota)como se hace en Barcelona, pero llevamos ese camino, ya se sabe que amparados en la masa la gente es capaz de cualquier aberración gracias a la impunidad. Eso por no hablar de otro impulso inherente al ser humano: la envidia, el coraje que da ver disfrutar a otros. El que más grita no es el que lleva razón.
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