Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

El tercer ojo

Es tal el grado de apego al móvil que muchos no pueden ni pararse o esperar a llegar a su destino

En los años 70 se puso de moda el libro "El tercer ojo" de T. Lobsang Rampa (luego se supo que era un seudónimo) donde el autor explicaba el proceso de iniciación al que se vio sometido en un templo budista que incluía la trepanación de la frente para la apertura de un tercer ojo que proporcionaba la clarividencia. La moda quizás fue provocada por las derivaciones del movimiento hippie hacia el budismo, la filosofía religiosa que, según dicen, defiende la noviolencia (como se cantaba en Cádiz "qué novio más lento que llevamos 40 años y no mete mano"). Con el tiempo se supo que era una patraña pero entonces todo el mundo creía en la existencia de ese tercer ojo. El caso es que me parece a mí que se ha desarrollado tal fenómeno en las nuevas generaciones, eso que llaman millenials. Va uno por la calle y ve a multitud de personas, casi todas jóvenes, que van andando mientras manejan el móvil con lo que tiene uno que sortear a los adictos al aparato como si fueran meros obstáculos. Dicen ellos que han desarrollado una capacidad extraordinaria para andar y manejar el móvil aunque yo más bien pienso que abusan de la amabilidad de otros viandantes e incluso de la progresiva eliminación de todo tipo de barreras arquitectónicas y obstáculos en las calles de la ciudad. Es tal el grado de apego al móvil que muchos no pueden ni pararse o esperar a llegar a su destino. Antes en el transporte público se podía observar a muchos usuarios que leían periódicos o libros mientras esperaban la llegada a su destino mientras que ahora se ve al personal pegados al móvil. Incluso se puede observar en reuniones de amigos como en lugar de charlar los hay que están pegados a la pantalla como si tuviera algún tipo de adherencia. Hasta se mandan mensajes entre los reunidos en lugar de dirigirse la palabra. La película "Perfectos desconocidos" es el ejemplo de cómo el móvil altera nuestras vidas.

Ya se sabe la derivación de las teorías darwinianas con respecto a que la función crea el órgano así que si ese tercer ojo que nos decían hace décadas que tenían los monjes tibetanos era mentira, con el paso de algunas generaciones se podrá observar entre especímenes humanos en un diatópico futuro. Ya en "Black mirror" nos han enseñado que en el futuro nuestras vidas dependerán del número de "likes" que nos proporcionen aquellos con los que nos relacionamos: si no alcanzamos una valoración correcta no podremos hacer vida social. Le comienza a pasar a los que trabajan cara al público.

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