La sopa sónica

14 de diciembre 2025 - 03:07

No he oído a Extremoduro en mi vida. No lo digo por presumir, desde luego, aunque tampoco urge. Pero lo desubicado no quita lo admirativo, y sí he oído unas declaraciones de su tan llorado vocalista Robe que me han parecido “muy heavy”, si puede decirse así. Afirma: “La verdad, yo estoy en esto por la música. No he entrado en un grupo para ligar ni he entrado en un grupo para que me reconozcan ni para ninguna cosa de esas ni para tener dinero ni por nada de eso. Yo he entrado en un grupo por la música. Unos amplificadores en un buen volumen. Un batería elegante. Un bajo tormentoso. En fin, todos esos ingredientes juntos hacen que la vida sea digna de ser vivida. Ese momento es maravilloso. Yo estoy aquí por la sopa, por la sopa sónica”.

Como es obvio, con la literatura se liga menos y del dinero mejor no hablar, literalmente, porque a veces quien te invita, si preguntas, se ofende. En realidad, te invita, sí, pero el que invitaba, a fin de cuentas, eras tú. Y, a pesar de que uno se rebela y hasta le gustaría ligar un poco aunque sólo con su mujer, puedo decir que yo escribo también por la sopa, por la sopa sónica.

Cuando algún lector, muy amable, te valora lo que escribes por razones nobilísimas: por la defensa de unos ideales o de la fe, tampoco uno escribe por eso, tengo que reconocerlo. Lo pensaba el otro día, cuando María Sánchez, de Barcelona, me hablaba, encantadora, del bien que hacen estos textos míos. Me alegró lo indecible, claro, y lamenté que mi mujer no estuviera allí para oírlo, pero la realidad es que uno escribe en busca de una música, de una batería elegante de acentos y ritmos bien puestos, y de un bajo que emocione y una guitarra que se eleve metafóricamente, pero a tope, con los amplificadores a toda mecha.

Si no escribiera, defendería mis principios igual o más; y quizá mejor, con el ejemplo y la práctica, en vez de estar tanto tiempo a solas, dándole al teclado. Como escribo, los defiendo aquí. Pero si estoy aquí es por la sopa. Y es una lección que Robe nos ha dejado, como quien no quiere la cosa. Busquemos el placer, hagamos lo que hagamos, en nuestra afición o trabajo. Sin obsesionarnos con las recompensas exteriores, que están muy bien y hacen falta, pero nosotros, a la sopa. Ese momento es maravilloso. Hace que la vida merezca ser vivida.

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