El puente y los 500 metros

CON la pasarela peatonal ésa que están montando sobre el Guadalete, nos ahorraremos unos 500 metros de paseo, que es, más o menos, lo que mide el trayecto desde la base del puentecito, en el parque Calderón, a la altura de donde una vez estuvo la estatua del pescador con aires de torero, dirección al Espíritu Santo, luego bordeando la gran glorieta de Pozos Dulces, que iban a tirar porque era fea y símbolo del pasado oscuro, hasta el descampado que será aparcamiento para cientos de coches. 500 metros, que podemos recorrer andando en unos cinco minutos, o diez si vamos pensando en lo bonito que se ve El Puerto desde la curva del río, no son muchos si vamos a Valdelagrana, zona naranja, aunque todo dependería desde dónde partimos. Si venimos desde Vistahermosa, por decir un lugar alejado, lo suyo quizás sería dejar el coche en el aparcamiento ése donde desemboca la nueva pasarela.

Para hacernos una clara idea, 500 metros es lo que hay, más o menos, en línea recta, desde la puerta de la plaza de toros hasta la Iglesia Mayor, por Santa Lucía. Pensándolo mejor, con la pasarela nos ahorraremos 400 metros, y no 500, puesto que habría que descontar los 100 metros, más o menos, que se recorren sobre la propia pasarela, de un lado a otro del río. Sea como sea, 500 metros, o 400, no son muchos metros, pero por cinco minutos podemos perdernos el inicio de la película que ponen en el cine o llegar tarde a la subasta de la lonja o encontrarte las puertas del Makro ya cerradas, quién sabe a dónde puede ir uno andando. Así que, bienvenida sea la pasarela. Que sea bonita o fea, será otro debate que ya se abrirá cuando lo inauguren y que, seguramente podremos seguir a través de los comentarios del Diario en su versión digital.

Después de todo, lo que deseo ahora mismo es sentirme turista, dejando mi coche en el nuevo aparcamiento, cruzar la pasarela y caminar los otros 400 metros que me separan de la plaza de las Galeras. Pero no seamos injustos; pensemos en lo bien que le vienen 500 metros menos a los caminantes de Las Viñas, e incluso de Vigalpe, cuando quieran acercarse, por ejemplo, al teatro o al mercado. Es que las cosas hay que verlas desde todos los ángulos.