El Palillero

José Joaquín / León

El puente como icono

04 de enero 2015 - 01:00

EL nuevo puente sobre la Bahía todavía no se ha inaugurado, si bien le falta poco. Pero ya se ha convertido en un icono visual de Cádiz. Ciertamente, es una consecuencia indirecta. Los puentes se construyen para las utilidades que en sí mismos favorecen, y básicamente para pasar de un sitio a otro superando un obstáculo. No obstante, algunos de especial originalidad son símbolos para sus ciudades, como pasa en San Francisco, Nueva York, Estambul o Lisboa, por citar algunas mayores que Cádiz. Y el nuestro va a ser el más alto de Europa y el segundo del mundo. No es un puentecillo sobre aguas turbulentas, sino predestinado a ser famoso.

En sabido que en Cádiz, cuando se hace algo en condiciones (el estadio, por ejemplo), siempre hay gente que se queja, como si les fastidiara. Normalmente, son los mismos que se quejan también porque no se hace nada digno de mención. ¿En qué quedamos, se hace o no? De modo que este puente, que es un pelotazo para Cádiz (como sería para otra ciudad), también tiene sus detractores, faltaría más. Los mismos que pasarán por allí en cuanto sea posible.

A lo que voy no es a la importancia del puente, sino a que ya es un icono para Cádiz. Se puede ver en altura desde toda la ciudad. Desde la punta más alejada, como puede ser la terraza superior del Hotel Atlántico y las habitaciones de las plantas altas, se ve el segundo puente. Desde las azoteas de los edificios más altos, también. Y desde muchos miradores, aunque otros están casi en ruinas, lamentablemente, y no se puede ver nada. El segundo puente ya ha cambiado el skyline de Cádiz.

Ahora, en altura, desde el casco antiguo, lo que destaca son las torres de la Catedral, el Pirulí de la Telefónica y el segundo puente. Son iconos de tres siglos, o de tres tiempos de Cádiz. Todo ello visible entre la Torre Tavira, los miradores, y en algunos lugares (desgraciadamente) la torre del Centi. Es el Cádiz de las alturas, que de por sí brinda una panorámica espectacular.

En Barcelona ya venderían llaveros, mecheros y souvenirs varios del segundo puente, si tuvieran uno parecido, que no es el caso. Y su autor, el ingeniero Javier Manterola, ya tendría biografías publicadas incluso en japonés. Pero esto es Cádiz, donde vamos a disponer de uno de los mejores puentes del mundo y todavía algunos tiburcios lo consideran un capricho de la Teo.

Menos mal que el movimiento se demuestra andando, y al final lo que queda en las ciudades es lo que hay. Por eso, Cádiz tiene ya un nuevo icono visual.

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