¿Nuevo curso?

28 de agosto 2025 - 03:04

Se acaba el verano, siento informarles. Como todo tiene su lado bueno, volvemos a hacer propósitos como si estuviésemos a principios de año. En lo que a motivación se refiere, 365 días conocen más contrapuntos que una fuga de Bach: uno hace borrón y cuenta nueva el uno de enero, en su cumpleaños, en el final de curso y en el final de las vacaciones (¡ahora!). Soy muy partidario de los buenos propósitos: son mi especialidad.

En éstas estaba, cuando he caído en la cuenta de que el Gobierno no tiene proyectos ilusionantes ni para el curso que entra ni para la legislatura que quede, más allá de la pura resistencia manual de Sánchez y que rabien los feos (o sea, yo y demás gentes de derecha). Un equilibrismo vertiginoso o una patada al balón hacia delante. Si uno mira a los diversos gobiernos de nuestra historia, nos gustarían más o menos o menos, pero todos tenían una imagen de país y unos proyectos para hacerlo realidad. El vacío ejecutivo de este Ejecutivo pasma.

Tanto que he hecho un poco de investigación, porque no se trata de fiarme sólo de mis percepciones. Y hay algunos planes financiados a través de los fondos europeos Next Generation EU y el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Ah. Algunos son transferencias a Cataluña, que no sé si cuentan como proyectos nacionales, como la negociación aeropuerto catalán. El Gobierno central y Generalitat de Cataluña quieren crear –oh– una Autoridad Aeroportuaria de Cataluña. Vale. Y luego están los proyectos para el coche eléctrico y conectado, para la descarbonización industrial, para las energías renovables, para España Digital y la Energía y Clima. Se huele de lejos “esa magia tonta de las palabras que es hoy el único horizonte de la acción política”, como señala José Javier Esparza. La mesa del consejo de ministros está a rebosar de gente y de botellines de agua, pero es un desierto de iniciativas sólidas.

Hay algunos planes en donde echar unas buenas paletadas de millones de euros, pero hay que convenir en que la intuición primera era cierta: falta un plan global que aúne voluntades y despierte una ilusión colectiva. Se puede hacer la prueba –la he hecho también– de preguntar a cualquiera qué cree que se trae el Gobierno entre manos y qué nos quiere dejar como su gran logro público. ¿Cómo pasará a la historia?

Para el próximo curso, el proyecto es llegar al próximo curso, como un hámster en una rueda. Y ver si se sobrevive a todos los escándalos y se sortean las negociaciones con los nacionalistas. Ya.

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