Para los que tienen mala memoria histórica, vamos a recordar que la parcela gaditana situada en el lugar denominado Campo de las Balas estaba destinada a uso hotelero. Incluso después de que la Red de Paradores del Estado renunciara a la ampliación del hotel Atlántico, que era lo previsto. También se puede recordar que Bruno García fue responsable del turismo en tiempos de la alcaldesa Teófila Martínez. Por consiguiente, es lógico y natural que al llegar a la Alcaldía recupere el proyecto del Campo de las Balas como terreno hotelero. Y que esté dispuesto a venderlo para que allí se construya. Es una zona de privilegio para ese fin, junto al hotel Atlántico, la playa de la Caleta y el castillo de Santa Catalina.

Por el contrario, dedicar esa parcela hotelera a pistas deportivas de la Universidad de Cádiz era un despilfarro que la ciudad no se puede permitir. Recordemos que ese cambio fue planteado a propuesta de la UCA, cuando era rector Eduardo González Mazo y cuando era alcalde José María González. A Kichi le dieron coba en varios asuntos, supongo que por ingenuidad o ignorancia. Pues en ninguna ciudad, con perspectivas de desarrollo económico y turístico, se destinaría una de las mejores parcelas, en primera línea, con vistas al mar y puestas de sol de Instagram, para un uso de pistas universitarias. Ni es lógico que se mantenga como aparcamiento.

Es pitorreable que se critique, además, que el importe de la venta sea destinado al edificio de Valcárcel para el traslado de Ciencias de la Educación. Si el Ayuntamiento recibe unos millones de euros por ese motivo, pues resulta que son millones de euros que se ahorran y pueden dedicar a otros fines. Sepan los partidos de lo público que el dinero sale siempre de algún lugar, no se fabrica por arte de magia, ni llueve del cielo. En Cádiz no se hace nada sin dinero.

Más allá de la demagogia de los partidos que perdieron las elecciones municipales, en la política local se debe aplicar el sentido común. Un hotel allí entra dentro de lo razonable. El Campo de las Balas fue una instalación deportiva en otros tiempos, incluso quedó en la historia del fútbol en Cádiz. Pero ya no estamos a principios del siglo XX. Aunque algunos se comportan como si siguiéramos en los tiempos de Fermín Salvochea.

El Campo de las Balas no debe seguir desperdiciado, como en la actualidad. Es un ejemplo más de las dificultades que existen en Cádiz para proyectos obvios, que en otras ciudades se hubieran inaugurado el siglo pasado. Los mismos dijeron lo mismo en el Tiempo Libre. Y ya lo ven…