El salón de los espejos
Stella Benot
La Transición andaluza
TRES hombres buenos se titulaba un spaghetti western que se estrenó el año en que un servidor nació. Una panda de canallas cometen un crimen, y un trío de hombres justos cabalgan para darles su merecido. En el caso de Caja Madrid y la Bankia previa a la intervención, los golfos apandadores son 86 altos barandas de variada adscripción, y sus fechorías van desde hacerse los repentinos gourmets en el taco por los establecimientos del orbe hasta sacar dinero para un desavío con la tarjeta de aladino: uno se va con el plástico a una esquina, le dice a la máquina de su entidad que le dé 500, ésta se los da, y en vez de minorar la cuenta del tipo, los carga de los fondos de la caja, directamente. Pero hubo tres hombres buenos que no desenfundaban briosos la visa ajena defraudando a la entidad y a Hacienda, y es urgente que memoricemos los nombres de estos tipos tan raros, que no hicieron uso de la tarjeta pudiendo hacerlo, y además viendo cómo los otros imprescindibles prebostes de la caja lo hacían con plastilinosa moral: Íñigo María Aldaz, Esteban Tejera y Félix M. Sánchez Acal (aunque este último, de UGT, murió justo antes de poder utilizar la tarjeta). Siendo como es tan flexible y distraída la conciencia del humano -y más del político español-, den por hecho que a los implicados les atacó el virus Pampa (Proceso de Autoindulgencia con el Monedero del Padre en la Adolescencia): la primera vez que se sisa, se sufre el remordimiento; a la quinta, el dinero era tuyo sin más. Seguramente muchos pensaron que sus dietas y sueldos millonarios eran una porquería que no pagaba ni de lejos su decisiva contribución al hundimiento de la caja madrileña y valenciana, hoy resucitada con el dinero público y con una gestión eficaz. Hay otros tres hombres buenos en todo este alucinante robo tecnocrático... aunque no tan buenos. Virgilio Zapatero, Spottorno y Corsini, ex consejeros en aquellos tiempos, devolvieron el dinero en junio, sin duda a sabiendas de que esto iba a suceder (las instrucciones e investigaciones suelen producirse con una especie de programación invisible que se alinea con las prescripciones de los delitos y faltas). Claro que el ex ministro socialista Zapatero y los otros dos hombres medio buenos están en el taco, y es de mucho temer que que una buena proporción de los 86 tarjeteros desahogados no puedan devolver el dinero tan fácilmente, porque lo tienen reconvertido en en ladrillos o en ácido úrico: no se habían visto en otra. Por un (buen) puñado de dólares fáciles se han metido en un buen lío. A la vista del lío, otros, a lo largo y ancho de España, estarán comenzando a devolver dinero.
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