
Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Vida bendecida
Se acuerdan ustedes cuando no había guasap o cuándo no había móviles? El día del apagón había gente que no sabía vivir. Me llama la atención lo prolífico que es el presidente del Gobierno con sus mensajes. Si lo hacía con Ábalos cabe suponer que será su forma de afrontar la vida, pegado al móvil. De la misma forma, no me explico cómo alguien saca a una memoria externa las comunicaciones, como parece ser que hizo Koldo con el teléfono de Ábalos. Ahora ha caído en el periódico El Mundo, como hace años cayeron en El País los mensajes entre Rajoy y Bárcenas, y antes aún las conversaciones telefónicas de Txiki Benegas. Todos hemos vivido el momento en el que hablamos de un asunto y empiezan a salirnos en las redes sociales publicidad relativa a esa conversación. Al presidente, incluso, le metieron un espía en el teléfono, dicen que Marruecos. Qué tiempos aquellos en los que teníamos que hablar con un teléfono góndola pegado a la pared. En mi barrio llamábamos al telefonillo cuando algún jugador se quedaba dormido: “Señora, ¿puede decirle al Lotas que le estamos esperando?”, o cuando hacíamos la lista de participantes en el equipo de los sábados. Ahora todo son grupos de guasap. Hubo un tiempo en el que se empezó a criticar el chat de padres y madres del colegio donde se ponía a caer de un burro a los profesores. Otro momento, cuando corría como la pólvora lo del chirigotero que se había quedado con dinero de los integrantes de su agrupación, o el cura que, decían, había tenido un incidente amoroso, o el bulo de que el alcalde había tenido un lance en el NU, que incluso llegó a los carnavales cuando el afectado quiso desmentirlo, provocando lo que se ha dado en llamar el efecto Streisand, que es cuando un desmentido aumenta el impacto del bulo, eso que ahora se ha dado en llamar fakenews. Nos divierte mucho trasladar esas mentiras siempre y cuando no nos afecten. Pedro Sánchez pidió la dimisión de Rajoy por lo de “Luis, sé fuerte” y ahora piden que se investigue quién filtra los mensajes entre Ábalos y el presidente del Gobierno, dos varas de medir. Lo suyo para quienes ocupan puestos de responsabilidad es ser prudentes con las comunicaciones, no vaya a ser que la UCO, el CNI, el Mosad o la CIA estén a la escucha. Al fin y al cabo somos una sociedad de porteras, nos gusta mirar por el ojo de la cerradura lo que hacen los vecinos, máxime si queda al descubierto la opinión de alguien importante sobre ministros, presidentes de gobiernos autónomos, compañeros de partido y otros por el estilo. Si salieran a la luz los comentarios que hacen unos comparsistas de otros dejaríamos en pañales a Pedro Sánchez. Por no hablar de los capillas, porque siempre se ha dicho eso de “eres más falso que un abrazo de cofrade”.
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