Contamíname

22 de julio 2025 - 03:05

Anabelén cantó el pasado sábado en Jerez. Entonó el que no hace tanto era un himno generacional, una de las más hermosas canciones escritas en los últimos tiempos en España: ‘Contamíname’, salida de la pluma de Pedro Guerra. Inmediatamente pensé que ahora, como ya ocurrió en otros tiempos que creíamos felizmente superados por otras pero parecidas razones, la cantante madrileña figuraría en la lista negra de personajes siniestros como los líderes de Desokupa y otras formaciones vinculadas a Vox, que han conseguido que para los españoles los inmigrantes aparezcan como uno de los principales problemas para la convivencia.

La canción citada habla, como todo el mundo debería saber, de la conveniencia para Europa de esa contaminación benigna (”pero no con el humo que asfixia el aire, pero sí con tus ojos y con tus bailes”) que aporta la gente diferente que viene a enriquecernos, cultural e incluso genéticamente. Sin embargo, para ese colectivo de odio que sí está infectando gravemente a nuestra envejecida y temerosa sociedad occidental, los de fuera son el peligro, como si dentro de este país no tuviéramos ya una gran cantidad de supuestos ladrones con apellidos muy hispanos: Cerdán, Ábalos, García o Montoro.

No quieren ser llamados racistas, pero convocan ‘cacerías de moros’ en Torre Pacheco por una agresión; por el contrario, podemos esperar sentados a que hagan un llamamiento a escarmentar a los chiclaneros por el apuñalamiento de un hombre en La Barrosa. Estos justicieros con gafas xenófobas se aprestan a ser incluso más crueles que el Dios de la Biblia, que se mostró dispuesto a perdonar a Sodoma y Gomorra enteras si hubiera encontrado un solo justo entre sus habitantes. Ellos hacen todo lo contrario: ajusticiarían a todo un colectivo si encontraran un solo delincuente entre sus miembros.

‘Contamíname’ pertenece por desgracia a otros tiempos, que no debemos dudar en llamar mejores, en los que el buen deseo era una pancarta que presidía manifestaciones sin convocar, bajo el lema ‘mézclate conmigo, que bajo mi rama tendrás abrigo’. Ahora, en esos vaivenes de la Historia que algunos creen azarosos pero que están bien dirigidos, la llamada es al odio. Y, qué casualidad, el odio dirigido hacia los débiles, hacia esos que muchos, para lavarse la conciencia o no pensar que están pecando, prefieren no considerar ni siquiera prójimos.

Ya hemos vivido este triste fenómeno en otras ocasiones históricas y, por desgracia, ninguno acabó bien

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