La aldaba
Sánchez aguanta más que el teletexto
Hay quienes tienen el poder de superar cualquier reto de obsolescencia. Quienes duran más que una lavadora antigua, de las que se reparaban con la visita del técnico de cabecera. Esos electrodomésticos que eran casi para toda la vida, como los buenos abrigos. Cuando todo era sólido, cuando las cosas no morían pronto, se arreglaban. Cuando las prendas se pasaban entre hermanos, como los libros de texto del colegio. Hoy todo se enfoca a una duración limitada, a una vida con final estimado. El chaleco acaba con pelotillas a la tercera temporada, la lavadora tiene una vida de un máximo de cuatro años, el teléfono móvil se estresa en dos, las editoriales cambian las fotos y algunos textos de los libros escolares para dificultar su uso en el curso siguiente. Y todo es como el negocio de las camisetas de los equipos de fútbol. Un nuevo diseño cada temporada para generar una necesidad de compra que incluye la declaración de vieja de la anterior. Solo aquello que ha envejecido, pero se le reconoce valor, adquiere la etiqueta de vintage. Muchos españoles no ven el final del sanchismo. Y se llevan las manos a la cabeza. Aplican los parámetros de siempre para analizar una concepción de la política distinta a lo conocido de 1977 a 2017. El sanchismo tiene su propio catecismo. El objetivo es agotar la legislatura a base de amanecer un día más en la Moncloa. Pedro Sánchez aguanta más que el teletexto, que no han acabado con él ni internet, los teléfonos inteligentes, las tablets y los mil inventos de las tecnologías de la información que nos ofrecen contenidos a la carta y con rapidez. El teletexto mantiene sus fieles, como Sánchez tiene una legión de partidarios que valoran su capacidad de aguantar, esa inercia de parte de la sociedad española de admirar al pícaro, reconocer la gracia del desahogado, indultar a quien se salta los protocolos establecidos... La era digital no ha acabado con el teletexto, como no lo hacen con Sánchez la pérdida del apoyo de los siete diputados de Junts o las dudas de los socios de Sumar o grupos el PNV. Cuanto más débil, más seguridad muestra: quince días de vacaciones estas pascuas. Cuanto más aguanta en la Moncloa, más posibilidad de que la oposición cometa errores. Cuanto más dura la legislatura, más se acostumbra la sociedad a ver al Gobierno como Gobierno, a digerir sus escándalos, y a ver a una oposición que no termina con el peor Ejecutivo de la democracia. Por eso crece quien más endurece el discurso. Sánchez es el jarrón del salón que siempre está ahí. Como el botón del teletexto en el mando. Está en nuestra vida cotidiana aunque lo consideremos inútil.
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