Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Anatomía de un bostezo
Querido Juan:
Justo un mes después de nuestro último encuentro en tu domicilio familiar en la calle que lleva tu nombre, me llega, con sumo dolor en mi corazón, la triste noticia de tu marcha. Marcha que ya anunciabas a tus amigos íntimos desde hacía algún tiempo, pero que todos los que te queríamos nos resistíamos a aceptar.
Nunca olvidaré aquel primer escrito tuyo, hace ya muchos años, que conmovió mi corazón. Recuerdo que fue en una de las tertulias “Manuel López-Escobar”, tras leerse en público una carta mía a la memoria de Manolo.
En tu escrito se reflejaba el cariño y la amistad que me profesabas con una sensibilidad muy especial. A partir de ahí, estrechamos unos fuertes lazos personales y académicos que me hicieron tenerte como persona de referencia. Y es que, para mí, gozar de la amistad y la confianza del Prof. Juan Bartual era algo único. Durante todos estos años hemos compartido momentos entrañables e inolvidables, donde tu generosidad brillaba siempre. Me has acompañado incondicionalmente en momentos cruciales de mi vida, como cuando falleció mi padre o cuando conseguí la cátedra en Madrid. Siempre estuviste ahí.
Me entran escalofríos y mi emoción se desborda al recordar nuestro último encuentro en tu domicilio, hace justamente un mes, donde pude disfrutar de nuestra última conversación, en la que tuviste la enorme valentía de despedirte de mí en persona. Aún no sé cómo no me vine abajo en esos momentos, mientras nos decíamos adiós y luego me despedía en la entrada de tu casa de tu esposa Emilia y de tu hija Ana.
En este, nuestro último escrito, quiero expresarte públicamente mi más eterno agradecimiento por todo lo que diste en vida a todos tus amigos y seres queridos, tanto a nivel personal como profesional. Te marchas, amigo mío, dejando una huella imborrable en todos los que tuvimos el privilegio de conocerte. ¡Nunca te olvidaremos, querido Juan!
¡Un abrazo al cielo! ¡Y gracias de corazón!
También te puede interesar
Lo último