
Con la venia
Fernando Santiago
Wokismo tradicionalismo
La aldaba
TRUMP es un botarate que ha metido al mundo en una montaña rusa donde un día ascendemos al vértigo de los aranceles, otro nos despeñamos a la crueldad de una Gaza recreada como una riviera turística y al tercero nos pegamos un frenazo al leer que quiere anexionarse Canadá o Groenlandia. Pero nadie duda del olfato del que es el presidente de los Estados Unidos. Y la enésima prueba de esa nariz que huele dónde hay que estar y dónde no es que ha sido de los primeros en anunciar su asistencia este sábado al funeral del papa Francisco en la Plaza de San Pedro del Vaticano. Allí se verá con los Reyes de España, Zelenski, Macron, Von der Leyen y una ristra de altísimos mandatarios que escenificarán cercanía, cordialidad y entendimiento. Hay que estar en Roma como estuvo en la reinauguración de Notre Dame. Era mucho más que la restauración del culto de la Catedral de París. ¡Y tanto! Tenemos un presidente del Gobierno que mañana será el ausente. A lo mejor, con suerte, no es referido ni como tal. Tampoco estuvo en Notre Dame. Ni en el funeral por las víctimas de la pandemia en la Catedral de Madrid. Era una ceremonia religiosa presidida por un cardenal católico, claro. ¡Urticaria! Mañana estarán los monarcas en un lugar preferente de la Plaza de San Pedro. La monarquía española sigue gozando de un alto prestigio en la Ciudad Eterna como corresponde al papel desempeñado en la Historia. Francisco será enterrado de hecho en la basílica más española de las cuatro papales que hay en Roma. El rey Juan Carlos es canónigo de honor de Santa María la Mayor desde 1977, templo iluminado por Endesa, todo sea dicho. Pero Sánchez no estará, no participará ni en las fotos, ni en los planos de televisión, ni en los corrillos de antes y después. No aprovechará la suntuosidad del Palacio de España para estrechar lazos en una Europa frágil y ayuna de liderazgos. Está sobrado. Sin presupuesto y mandando banderilleros del Consejo de Ministros a una ceremonia de seguimiento masivo en las televisiones. Sánchez es definitivamente especial. Las suya es una presidencia de autor. Con criterios propios sobre el significado de la democracia, la separación de poderes y las relaciones internacionales. En el fondo es como Franco. Cuando las grandes potencias entraron en guerra, España se quedó aparte. Como él en el funeral de mañana. Solo le falta ordenar que la televisión pública no saque mucho a Felipe. Como ocurrió con la boda de Juan Carlos y Sofía. Aquella minimizada por la censura.
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