Notas al margen
David Fernández
Del cinismo de Sánchez a la torpeza de Feijóo
EN los partidos de fútbol, a la alineación inicial se le añaden jugadores que permanecen en el banquillo y que entrarán en el terreno de juego cuando lo determine el entrenador. Por simplificar se les llama titulares y suplentes.
Un ejemplo claro es el portero. Ricky Alonso ha tenido la oportunidad de acceder a la titularidad y está haciendo méritos para mantenerla. El portero es el único de todos los jugadores que es de verdad suplente. Porque suplente es el que suple, es decir, el que se pone en lugar de alguien para hacer sus veces. Y las veces del portero solo las puede hacer con garantías otro portero.
En otros países en vez de llamarles jugadores suplentes, se les llama reservas, y quizás sea más apropiado. El diccionario de la Real Academia así lo recoge: un jugador que no figura en la alineación titular y que aguarda para actuar a que el entrenador sustituya a otro jugador.
Y es cierto porque cuando se hace reserva de algo es en prevención de que sirva a su tiempo, y no para que haga las veces de alguien.
Durante un partido el entrenador puede realzar alguna variante en el sistema de juego, y sustituir a un delantero por un mediocentro o al revés, por ejemplo. En ese caso el jugador que entra no hace las veces del que sale, hace su propio trabajo, que es diferente del que hacía el sustituido.
La normativa no obliga a que un jugador que no quiera, sea sustituido. No es lo habitual pero un jugador puede negarse a salir del campo y el partido continuaría. Luego se aplicará el régimen disciplinario del club y allá película.
En conclusión reserva es una palabra más adecuada, y lo importante en un equipo de fútbol es tener un banquillo de categoría, lo que se llamaría un gran reserva.
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