El Palillero

José Joaquín / León

Regala libros

11 de junio 2016 - 01:00

ES una lástima que el episodio del alcalde González persiguiendo a la presidenta Díaz para regalarle El libro de los abrazos, del escritor uruguayo Eduardo Galeano, no ocurriera en la Feria del Libro, sino en la presentación de un barco de la UCA. El arte de regalar libros ha sido injustamente cuestionado después del trance. Me extrañó que eligiera ese libro, en vez de la Antología poética de otro uruguayo, Mario Benedetti, que es lo que suele regalar un hombre progresista a una mujer progresista a la que intenta camelarse (políticamente hablando, se entiende).

O bien regalar a Susana las Nanas de la cebolla, de Miguel Hernández, que es un poeta tan del gusto de Teresa Rodríguez, la compañera de Kichi, y que encajaría perfectamente con la lírica social de esa mujer que declaró sin complejos: "Me casé con un tieso, ¿y qué?". A la gente le pareció lo más normal, pues no todas se pueden casar con un millonario, como deseaban las madres antiguas para sus hijas. Y a veces sucedía al revés: había play boys tiesos detrás de las millonarias de cuna. A eso se llamaba braguetazo. Eran tiempos de mucho machismo.

Hubiera sido más consecuente que el alcalde le regalara El libro de la risa y el olvido, de Milan Kundera, incluso en un paquete de dos con su obra más conocida, La insoportable levedad del ser, pues parecía muy claro que Susana no estaba por la labor de leer lo que le sugería el profesor Kichi. Y, además, que esas cosas se avisan. Así ella hubiera viajado con otros libros para regalárselos en justa correspondencia. Eso fue lo que falló en este encuentro por los libros, que hubiera lucido más en una casamata del Baluarte de la Candelaria.

¿Y qué le hubiera regalado Susana a Kichi, si lo hubiera sabido? Por mis gustos yo le hubiera recomendado que le obsequiara Me casé con un comunista, de Philip Roth, para aclarar que no sólo te puedes casar con un tieso, sino incluso con un comunista, como sucede en esa novela que denuncia los tiempos de la caza de brujas en EEUU. Y, además, se hubiera tomado como una indirecta para Teresa Rodríguez.

Como él no hace nada (nada más que quejarse), también hubiera podido regalar Susana a nuestro alcalde La nada cotidiana, de la cubana Zoé Valdés, que empieza así: "Ella viene de una isla que quiso construir el paraíso". No hubiera estado mal Al faro, la gran novela de Virginia Woolf, ideal para nuestro Faro del Sur. Y hubiera sido una pasada regalarle La ciudad de la alegría, el best seller de Dominique Lapierre. Aunque puede que a él le gustara más Las aventuras de Robin Hood, un personaje con el que algunos le comparan, no se sabe por qué.

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