La Patria

Del pasado de la patria nadie acertó mejor que el poeta Rilke que dijo que la verdadera patria del hombre es la infancia

Nos dijeron que la Patria era el refugio de los canallas, y lo creímos. No nos enseñaron que la Patria no es la tierra que se pisa, sino la que se labra. Lo dijo don Antonio Machado. Ni lo que Borges escribió: Nadie es patria, todos lo somos. Robespierre, atención, dijo que se podía abandonar a una patria dichosa y triunfante, pero "amenazada, destrozada y oprimida" no se le deja nunca: se la salva o se muere por ella. Modernamente he oído decir que la patria es una gran biblioteca, son los amigos. Evita Perón decía que la patria es el pueblo, abriendo así una línea interpretativa cuando menos compleja. Ramiro de Maeztu decía que la patria es espíritu. Sandino fue el precursor de Patria o Muerte, "yo quiero patria libre o morir". Juan Pablo Duarte escribió: vivir sin Patria, es lo mismo que vivir sin Honor y Anatole France dijo algo tan rotundo como que "uno cree que muere por la patria y muere por los industriales". Sin embargo, para Homero "nada hay tan dulce como la patria y los padres propios, aunque uno tenga en tierra extraña y lejana la mansión más opulenta".

Séneca, en esta línea, dejó dicho que ninguno ama a su patria porque es grande, sino porque es suya; idea que toma el poeta portugués Fernando Pessoa cuando compara al río que pasa por su pueblo con el Tajo. Roberto Obregón dejó escrito algo tan emocionante como "mi patria reposa en el fondo de mis ojos". En lo afectivo escribió Lord Byron que "el que no ama su patria no puede amar nada", pero fue Franklin el que vincula patria y libertad al decir que donde mora la libertad, "allí está mi patria" y Erasmo pensaba que para los hombres dichosos todos los países son su patria, en la antípoda de Morelos, para quien morir no era nada cuando por la patria se muere, aunque Seineldín, un político argentino, dijo algo tan rotundo como: "No hay esperanza donde la corrupción se instala; no habrá paz, donde haya un pueblo sometido y humillado. Y no hay porvenir donde no esté asegurado el futuro de la Patria".

Del pasado de la patria nadie acertó mejor que el poeta Rilke, que dijo que la verdadera patria del hombre es la infancia. Ledesma Ramos, muerto en 1936, dijo esta suerte de epitafio: Sólo los ricos pueden permitirse el lujo de no tener patria. Y Manuel Azaña, presidente de la II República amonestó así: "Os permito, tolero, admito, que no os importe la República, pero no que no os importe España. El sentido de la Patria no es un mito".

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