La firma invitada

Carlos Rodríguez

Meditar: conocerse a uno mismo

"A través de uno se conoce a todos. A través de uno también se ve a todos".

(Buda)

SIÉNTATE con las piernas cruzadas y coloca un cojín bajo tus nalgas. El aquietamiento mental se consigue centrando tu mente, no en un objeto externo, sino en un objeto interno. Entorna tus ojos, ni abiertos ni cerrados del todo, dirige tu mirada relajadamente hacia la punta de la nariz; si esto te resulta algo incómodo, mira el suelo que hay frente a ti. Con los ojos ligeramente abiertos, los estímulos visuales no alterarán tu concentración mental. Después, estará bien si los ojos se cierran por sí solos.

Endereza la columna, como si ésta fuera una flecha o una pila de monedas, evitando arquearla hacia atrás ni hacia delante. Mantén tus hombros nivelados y las manos cuatro dedos por debajo del ombligo, la mano izquierda debajo, con la palma hacia arriba, y la derecha encima, también con la palma hacia arriba, tocando los pulgares para formar una especie de triángulo.

Mantén la cabeza recta, de tal forma que la nariz esté alineada con el ombligo, pero arqueando ligeramente el cuello hacia delante, como si fueras un pavo real. En esta postura, descansa la punta de tu lengua sobre la zona del paladar más próxima a los dientes. Lo cual te permitirá, más adelante, meditar durante periodos prolongados sin babear. También, esto, evitará que respires demasiado fuerte, resecando la boca y la garganta.

Inspira y espira suavemente, de manera tranquila y uniforme. Sé consciente de tus movimientos respiratorios, practicando al comienzo una serie de nueve inhalaciones y exhalaciones. Inspirando primero, profundamente, por el orificio nasal derecho, cerrando el orificio izquierdo con el dedo pulgar izquierdo; acto seguido, libera el orificio nasal izquierdo, cierra el derecho con el dedo corazón izquierdo y espira por el orificio izquierdo. Hazlo tres veces. A continuación, inspira (toma el aire) profundamente por el orificio nasal izquierdo mientras cierras el orificio derecho con el dedo corazón izquierdo; libera el orificio derecho, cierra el izquierdo con el pulgar izquierdo y espira (suelta el aire) por el orificio derecho. Hazlo tres veces. Por último, devuelve la mano izquierda al regazo, a la posición descrita anteriormente, e inspira y espira profundamente por ambos orificios nasales. Hazlo tres veces, hasta sumar un total de nueve inspiraciones, concentrando tu mente en estas inspiraciones y espiraciones pensando "inspiro" y "espiro", o cuenta durante cada fase de inspiración y espiración hasta diez y luego hacia atrás.

Al permanecer concentrado en tu respiración, hará que la mente se aligere y se expanda, liberándola temporalmente de todo objeto de deseo u odio que hayas podido tener y refrescándola. Así, al concentrar toda tu mente únicamente en la respiración, que siempre está contigo y no hace falta imaginar, conseguirás que tus pensamientos se disipen y eso te permitirá serenar la mente para continuar en el proceso de meditación.

Así, de manera fácil y breve, nos relata el Dalai Lama la técnica de la meditación, con la cual lo que pretendemos es aquietar nuestra mente para comunicarnos con nuestro ser interior y mantener una conversación con él con el fin de conocernos mejor, sin la perturbación o contaminación que pueden provocar nuestros miles de pensamientos recurrentes a lo largo del día.

La puesta en práctica de esta técnica nos reportará incontables beneficios, desde un estímulo a nuestro sistema inmunitario, a unos inmejorables beneficios para nuestro aparato cardiocirculatorio. Pasando, claro está, a un estado de paz tal, que podremos afrontar la vida de manera más eficiente y productiva.

El hecho de conocernos mejor, implica que podamos reinventarnos cada día, y que nos convirtamos en los verdaderos arquitectos de nuestro destino. Potenciando todo lo positivo que hay en nosotros y que nos convierte en seres más resistentes ante las adversidades, incrementando de forma directa la alegría de vivir, el entusiasmo, la paz interior, el autocontrol y el buen humor y nos blinda contra los miedos irracionales.

"Aprendí que no se puede dar marcha a tras, que la esencia de la vida es ir hacia delante. La vida, en realidad, es una calle de un solo sentido".

(A. Christie)

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