Notas al margen
David Fernández
Del cinismo de Sánchez a la torpeza de Feijóo
HAY quienes se relajan mirando atentamente el mar en calma, llevando su vista hasta el horizonte e imaginando dónde acaba el inmenso manto azulado que tiene ante sus ojos. Hay a quienes le gusta ese mar en calma, levemente ondulado, en el que parece que nunca pasa nada. Hay a quien le gusta que parezca que no pasa nada, que todo va bien. Pero el mar no sólo es superficie, es fondo, hondura, y allí abajo, aunque no se perciba, hay especies que se arrastran por el fango, otras que se esconden en las rocas para protegerse o para preparar su letal ataque y hay también tiburones que acechan la tranquilidad de los comunitarios y pacíficos bancos de peces. Por eso a veces el mar se rebela, se revuelve contra sí mismo y agita su fondo para escupir a la orilla todo aquello que le sobra y que no le hace bien. El mar es bravucón, valiente, no es tan conformista y apático como algunos quieren que sea.
También te puede interesar