El Palillero

José Joaquín / León

Madriditis por un día

17 de octubre 2015 - 01:00

NO se hablaba ayer de otra cosa. La mala suerte que ha tenido el Real Madrid en el sorteo de la Copa del Rey. Porque de los seis equipos que le podían tocar, le ha caído el menos fácil con diferencia. El Cádiz se merece respeto, porque los merengones ya han perdido partidos en Carranza. Se espera a los madridistas con Cristiano Ronaldo y Bale, no para vender calzoncillos, como dice el representante del galés, sino haciéndose unos selfies para presumir en Instagram. Lo sentimos, señores, pero no todo el mundo puede jugar en el Nuevo Estadio Carranza. Ahora sólo lo consiguen algunos equipos de Segunda B, tan bajo hemos caído.

Así que el Cádiz, por primera vez desde que lo preside Manuel Vizcaíno, ha sido afortunado en un sorteo. Se decía de Irigoyen que tenía una flor y que no se marchitaba. Pero últimamente siempre estamos gafados en los sorteos, y pasaba lo peor que podía pasar. El año pasado, en la Copa del Rey, tocó el Villarreal, que era el menos taquillero de los posibles rivales. Y después, en la fase de ascenso, siempre el más difícil. Tenemos un estadio para más de 20.000 espectadores, un lujo en Segunda B. Y resultó que los rivales fueron el Oviedo, el Hércules y el Bilbao Athlétic, todos los cuales jugaron en estadios con más de 30.000 espectadores. Mientras el Huesca ascendió jugando frente al Racing de Ferrol y el Huracán.

Esta vez sí le ha tocado el premio gordo al Cádiz. Sacaban las bolitas como si fueran los niños de San Ildefonso para el Gordo de Navidad. De modo que cuando salió la bolita del Madrid se formó ese revuelo, y esos murmullos, y esa alegría, y vamos a brindar con cava para las televisiones. Ayer también salió el Cádiz en los telediarios. Aunque no dieron imagen de pardillos, como otros clubes de la Segunda B profunda. La noticia se recibió con naturalidad. Ellos estaban entrenado en el Rosal. Falta les hace.

Y ahora, a eliminarlos. Como dice Claudio Barragán, la camiseta del Cádiz es especial. Y no se refiere a que ningún año termina de gustar, o no llegan, o se les despega algo, sino que imprime carácter. El Real Madrid y el Cádiz ya han jugado cuatro veces en la Copa del Rey, incluso una semifinal en 1990, siendo entrenador amarillo David Vidal. Dos años antes, con Víctor Espárrago, al Cádiz lo eliminaron en el Bernabéu por el procedimiento del tirón, gracias al jugador número 12, que fue el árbitro.

El sorteo recordaba al viejo programa de Reina por un día. Esto será Madriditis por un día. Ayer la Cenicienta amarilla volvió a pasear con las botas de Mágico González.

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