Enrique / García / Máiquez /

Intimidad en público

De poco un todo

16 de junio 2013 - 01:00

QUIÉN me iba a decir a mí que acabaría todas mis lecturas poéticas hablando de Obama. "¿Cómo se lleva que la propia vida se convierta en la materia prima de una obra pública?", me preguntan casi siempre al terminar. Y ahí saco ahora a relucir a Barack de colaborador mío por poderes.

Porque, ante esa inexorable cuestión de la intimidad expuesta, conviene recordar al público asistente que la privacidad es uno de los grandes temas de nuestro tiempo. Por el espionaje de Estado que ensucia a la Casa Blanca, por supuesto; pero también por las redes sociales, a las que -con nuestra animosa colaboración- no se les escapa una; y por los sistemas operativos, que recogen toda información. Lo de Google estremece: solito ha localizado dónde vivo y dónde trabajo, y me propone rutas alternativas. Sus mapas muestran al mundo fotos de mi casa. Luego, la publicidad virtual personaliza los anuncios: me salen continuamente ofertas de manuales para aprender latín. Se dirían invendibles, pero no para mí: el Gran Hermano ha descubierto que una de mis penas es haber olvidado el latín que supe y otra, mucho mayor, no haber sabido nunca demasiado. Comprenderán ustedes que estando así el patio de la Aldea Global, preocuparse por la intimidad expuesta en unos versos de minoritaria lectura y siempre tamizados por el arte, está de más.

Mejor preocuparnos, ya puestos, por el uso que los poderes (públicos y privados) puedan hacer de tantos datos nuestros. El Estado de Derecho y la praxis política y policial tienen ahí un reto máximo: el de autolimitarse y abstenerse.

Eso, sin embargo, no será nunca bastante. Y aquí es donde tiene mucho que aportar la literatura biográfica (diarios y poesía, sobre todo). Al fin y al cabo, la lírica lleva casi tres mil años manejando en público el material explosivo del yo a base de inteligencia, humor, delicadeza, reticencias y emociones compartidas. Sabe que la comunicación es muy potente, pues el que comunica su intimidad se va conociendo más y mejor y, a la vez, comunicándola, construye la suya... y la del lector. Como un judoka, usando las fuerzas del contrario (la publicidad), la defiende: contra la indiscreción, transparencia. Sin quitar importancia a la resistencia política y jurídica, habrá que pedir auxilio urgente a los expertos en intimidad pública, esto es, a los escritores, para despistar tantos espionajes y gestionar las injerencias constantes.

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