Viernes Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Viernes Santo en la Semana Santa de Cádiz 2024

de todo un poco

enrique / garcía-máiquez

Hacer o no hacer

YO soy de bote pronto, lo que no me hace un as de la prudencia, desde luego; pero me capacita para escribir columnas de actualidad. Mi carácter, sin embargo, no me impide admirar a veces la eficacia de la pasividad y sus rentabilidades. En esos casos la relación productividad/esfuerzo suele ser inmejorable, pues el esfuerzo tiende a cero.

Hay historias asombrosas, como la que contaba Pitigrilli. Un desganado caballero abre su correo sólo una vez al año, tal vez por cuaresma. Hasta entonces lo almacena por riguroso orden de llegada. Al leerlo, en una carta de las más antiguas, un viejo amigo le suplica una recomendación para su hijo. En otra del mismo amigo, de tres meses más tarde, éste, rebosante de felicidad, agradecía sus buenos oficios y desvelos: ¡el muchacho había logrado el puesto! O como la leyenda de aquel suboficial de Marina de San Fernando que atendía muy ceremoniosamente todas las peticiones de madres deseosas de que sus hijos hicieran la mili en la Isla o en Cádiz o en Rota, como muy lejos. "Veré qué puedo hacer", decía muy humildemente. Y no hacía nada. Pero como en Comandancia y en La Carraca y en La Base hacían falta marineros, muchos se quedaban allí; y esas madres se volvían agradecidísimas al caballero, algunas con jamones, que él aceptaba muy serio.

O como aquel médico famoso que pronosticaba a las embarazadas: "Será un varón", o "Será niña"; y apuntaba en el papel lo contrario. En el 50% de las veces era lo vaticinado, y él acrecentaba su prestigio. Cuando no, mostraba su libreta diciendo: "Pues se enteró usted mal, yo apunté lo que ha sido". Ojo clínico no tendría; cínico, sí.

Rajoy pertenece a ese club selecto. Y aunque a menudo su inactividad clama al cielo, como en la pospuesta reforma del aborto que nunca me cansaré de recordar, y otras veces pone de los nervios a Aznar, de tarde en tarde la jugada le sale bien. No ha respondido ni alto ni claro ni con la ley por delante, como yo quisiera, al desafío secesionista de Cataluña. Eso ha hecho que una buena parte de la sociedad civil catalana que se siente lo que es, española, haya tenido que salir a la calle a defenderse. Probablemente si el Estado hubiese respondido a su debido tiempo y en su debida forma, no habríamos visto la manifestación del 12-O en Barcelona. Ha sido tan bonita y será tan decisiva que uno está tentado, también, a mandar una paletilla ibérica a La Moncloa.

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