Su propio afán

enrique / garcía-máiquez

General en la frontera

TRAS la polvareda que levantó la noticia, es el momento de un análisis más sopesado del fichaje del general Julio Rodríguez por Podemos. Yendo de número dos en la lista al Congreso por Zaragoza, ¿no es difícil que alcance el ansiado escaño? Allí se juegan siete, ni uno más. Dividámoslos por los cuatro o cinco partidos en liza y no caben ni a dos escaños, y eso si ningún favorito se hace con tres, como viene siendo habitual. El general Rodríguez tal vez no acabe de diputado Rodríguez. Y con Pérez Royo de número tres por Sevilla pasa tres cuartos de lo mismo.

Aún es más difícil, encuestas en la mano, que Pablo Iglesias llegue a presidente para conceder el prometido ministerio de Defensa a Rodríguez. Muchos se preguntan cómo es posible que un militar español, JEMAD para más señas, pueda militar en un partido que defiende el derecho a la autodeterminación de Cataluña y que estrecha lazos con Bildu.

Son preguntas pertinentes, no lo niego, pero me hago una más. ¿Cómo es posible que la cabeza del ejercito español durante años difíciles y misiones complejas resulte un estratega tan endeble? Puesto a dar el paso a la política, tendría que haberse procurado un puesto más seguro. Ir de número dos por Zaragoza es jugar con fuego.

Se puede objetar que el militar quiere, empujado por su idealismo, hacer un gesto simbólico en la defensa de un programa. Tampoco para eso sirve el número dos. Esos testimonios se han dado toda la vida poniéndose a la cola de la lista, exactamente como un abajo firmante.

Otros se preguntaban la que se hubiese liado si un general hubiera fichado para un partido de extrema derecha, pero en un artículo anterior yo prefería preguntarme qué pretendía Iglesias. Me inclinaba por la tesis de que trataba de instrumentalizar al general Rodríguez para ganar unos centímetros hacia el centro y dar una imagen de profesionalidad y rigor. El fichaje paralelo de Pérez Royo me reafirma en mi percepción. Y más aún cuando vamos conociendo a los auténticos cabezas de lista de cada provincia: hombres y mujeres de la guardia pretoriana de Iglesias, para nada tan significados.

La clave está en el número: el dos y el tres, en plena frontera ambos, Rodríguez y Pérez, de salir o de no salir. Ahí se demuestra la instrumentalización. A Iglesias le ha interesado el jaleo general tras estos fichajes. Pero por tenerlos en su grupo parlamentario, no se muere, eso salta a la vista.

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