Su propio afán

Enrique García Máiquez

Fran Charlie Pequeño Nicolás

LOS carnavaleros pasan el año pensando en el carnaval. Los que no somos carnavaleros pasamos el año pensando en lo que estarán pensando los carnavaleros. Ante cualquier noticia salivamos: "Esto sí que dará juego a las chirigotas". A veces acertamos, otras, no; pero nos lo pasamos en grande soñando pasodobles posibles y cuplés precisos. Al pequeño Nicolás, a bote pronto, yo le veía mucho futuro en carnaval.

Su entrevista del sábado, sin embargo, es capaz de chafarnos al personaje, porque él acabó imponiéndose a su dimensión más chirigotera. Ahora oscila entre ser carne de cuarteto, ya tirados al descacharre charlie, o de una comparsa, que llore por las horas bajas de esta España donde los pícaros son invitados a las coronaciones y las vicepresidentas pasean lazarillos. El justo medio de la chirigota se ha perdido.

Y ha movido de en medio, del en medio mediático al menos, a Podemos. Resultó premonitorio que Fran Nicolás Gómez-Iglesias ocupase el lugar en el plató de Pablo Iglesias. El profesor universitario, de inteligencia y formación tan alabada por todos, no está siendo capaz de manejar el escándalo Errejón, que no llega a 2000 euros al mes. Gómez-Iglesias, el alumno de 3º de carrera que no iba ni a clase, al que el primero que pasa le diagnostica una enfermedad mental y que ha montado un escándalo que incluye del Rey abajo a todos, da la cara con soltura, y gratis.

Más allá de que pierda o gane en la comparación, Pablo Iglesias tiene que estar que trina por el simple hecho de que la comparación se produzca. Casualidad del mismo apellido aparte, está la causalidad del momento en que ambos han aparecido en escena, síntomas siameses de un sistema en descomposición. El hecho de que Fran "pequeño" Nicolás se crezca hasta el extremo de mirarle de frente mediáticamente subraya las concomitancias, y le resta seriedad a Podemos.

El gran servicio a España de Fran Nicolás y al Estado, cuyo sentido presume de tener, está siendo éste: mantener su equivalencia bufa con Iglesias. La fuerza secreta de Podemos es el miedo que produce, que se convierte en marketing entre sus posibles votantes. La risa es su criptonita, su disolvente, su agua con jabón. Como buen gaditano no carnavalero, sigo pensando en qué estarán pensando los carnavaleros. Es un misterio grande. Si este año en las chirigotas sale más Pablo Iglesias que Gómez-Iglesias, no lo duden: habrá vencido el chaval.

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