EL footing consiste en trotar o correr de forma lenta. Es una actividad que cada vez cuenta con más practicantes. Dicen que Boris Pérez decidió hacer footing. Ya había sido deportista. Hace al menos 15 años que dejó el deporte y ganó más de 20 kilos. Tenía que perder peso y seguro que el footing le ayudaría.

Ese día empezaría. Había preparado todo, incluso un MP4. Salió por la mañana. Saludó a la vecina, estiró un poco y comenzó a correr. A los 37 segundos el cuerpo dijo basta. Tuvo que parar. La canción que escuchaba no había llegado al estribillo. Volvió a casa. La vecina le preguntó "¿has olvidado algo?". "Creo que los pulmones" pensó en contestar. En vez de eso sonrió. Había sido un mal día. Mañana sería mejor.

En cierta forma lo fue. 45 segundos y a casa. Algo no iba bien. Necesitaba un plan y un día de reposo. Alternaría correr y andar. Así iría mejor. Volvió a casa contento. De todas las carreras de ese día casi llegó al minuto: 51 segundos. La otra era mejor olvidarla. Pero el footing es un deporte de riesgo. Lo mejor sería correr cerca del hospital por si acaso. El día después coincidió con su vecina en el autobús. Él iba al hospital. Su vecina le preguntó y contestó que a hacer footing. La vecina dijo que eso no se hacía en un autobús, así que él estaría haciendo autobusing. Boris odiaba a su vecina.

Comenzó a hacer footing alrededor de la puerta de urgencias. La gente miraba. Cada día se alejaba un poco más de la puerta. Volvía a casa y el marido de su vecina le preguntó "Boris, ¿en qué tienda de deportes compras el bonobús?". Era una broma. Boris odiaba a su vecino. Un día dio la vuelta completa al hospital sin pararse. Al llegar de nuevo a la puerta de urgencias la gente aplaudió. Había sido un triunfo colectivo. No volvió a correr.

Con el tiempo vio en el hospital un cartel que anunciaba una campaña de salud. Un corredor en primer plano y detrás el hospital. Sería una coincidencia, pero alguien con rotulador había dibujado en la mano del corredor un bonobús.