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Patricia Cavada ha emprendido un viaje subida en la quimera. Asociada con la Universidad de Cádiz, en concreto con la colaboración estrecha de sus Departamentos de Clásicas, que son un verdadero ejemplo de competencia y brillantez. No sé a otros, a mí me parece maravilloso. Porque las noticias son inequívocas, por aquí estuvo el templo erigido al dios Melkart, que fue visitado por Julio César, entre otros. Y que desapareció por completo dejando un campo abonado de hipótesis. Así que la aventura va a consistir en uno, encontrar el lugar; y dos, los vestigios. Mediante pruebas físicas, quiero pensar. O sea, restos. Vivimos, como es sabido, sobre el mito de una bahía, en una geografía que ha cambiado mucho en los miles de años de asentamientos humanos. Y en donde estuvieron pasando cosas, cosas muy importantes que a todos nos gustaría conocer en todo o en parte. Lo del famoso templo sería definitivo. Cuando subía al Cerro y miraba el "muelle" de Gallineras, allí al pie, siempre he imaginado un trasiego de embarcaciones fenicias, luego romanas. No sé cómo decirlo, veía un hervidero, gentes, transportes y grandes barcazas que cargaban el vino, el aceite, las salazones. Porque un poco hacia el occidente estaba la salida a un mar lleno de vida. Los dioses siempre andan por donde enredan los hombres. Así un templo cercano era un buen lugar a donde acudir en súplica de los vientos y de las navegaciones felices. Pero han pasado los siglos y sedimentos y sedimentos han sepultado los restos de esos días. En mi primera juventud supe de los arqueólogos aficionados que subían a ese otero en donde plantaron mucho tiempo después de esos días imaginados una ermita a los santos mártires Servando y Germán, asesinados por Roma. Hubo algunos hallazgos y la esperanza de encontrar más, como el famoso templo de Hércules, el templo del dios Melkart al que acudió César, pero todo se fue parando. En verdad, el entusiasmo de la alcaldesa actual no se ha conocido en la historia, expresado en esa voluntad de por tierra, mar y aire. No es ninguna tontería la expresión. Porque ese tempo pudo haber sido cubierto por el mar, y por la tierra. El aire sería un buen observatorio para emplear las herramientas de la tecnología de nuestros días. Marcar esa prioridad, encontrar el templo, o sus mínimos restos, salvo que la cubierta fuera el fondo del mar cercano y su estado fuera notable, es un objetivo irrenunciable. No todos son impuestos, no todos son escándalos y miserias. Aliarse con los departamentos de ciencias clásicas de la Universidad de Cádiz, en donde están los más brillantes investigadores de la UCA, es una posición a defender, aplaudir y ensalzar.
Ahora sólo resta el poquito de suerte con el que se empieza todo.
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