El parqué
Continúan los máximos
Un día asesinan a un hombre en EEUU mientras da un mitin en un Estado mormón y ese violento suceso desenmascara a infinidad de seres de hez. Otro día las protestas por la matanza de Gaza se llevan a una vuelta ciclista por delante, casualmente a su llegada a los dominios de Ayuso y Almeida. Perico Delgado, leyenda del ciclismo y comentarista veterano de la televisión pública española se mete en el charco erróneo, ese que Tezanos no ha aprobado, y pone en peligro su puesto de trabajo en esta España ya preelectoral en la que declaran como imputadas las fontaneras y las primeras damas.
Kirk, el asesinado en América, decía grandes barbaridades. Muy gordas. Y además era asesor de Donald Trump, su influencer de cabecera. Tenía mujer y dos hijos. Fue derribado por un balazo adolescente, y toda esa gente con la sangre negra y el corazón en el lado contrario se alegró, y lo que es peor, lo compartió al público, como si al público le (nos) importara. No estamos hablando de un pederasta, ni de un asesino múltiple; apenas era un vendedor de biblias de Alabama, uno de esos personajes de rostro extraño, cabeza grande, con dotes de oratoria y ganas de mear fuera del tiesto. Pero alegrarse de que asesinen a alguien así te retrata como alimaña.
¿Y cómo te dibuja trasvasar los conflictos extranjeros a tu país? A ver, es comprensible. Resulta espeluznante lo que se ve a diario de Gaza, no sé si es un genocidio o limpieza étnica, pero pone los pelos de punta. Creo que Pérez-Reverte lo definió a la perfección en El Hormiguero. Netanyahu es un criminal que, ahora que puede, mata moscas a cañonazos, y está poniendo nervioso a todo el frente filohebraíco europeo con cada asesinato de niño y cada bebé que muere de hambre.
Pero de ahí al populismo hay un trecho. España tiene herramientas, que no armas (ni misiles, como bien ha recordado Sánchez). Las diplomáticas. Habrá que llamar a consulta al embajador, quitarle el abono del parking al cónsul e incluso mostrar una postura oficial más o menos incómoda, pero de ahí a apoyar institucionalmente que manifestantes pro-gazatíes boicoteen actos deportivos internacionales en nuestro propio país va un trecho, y muy gordo.
Es lo que dije algo más arriba, mientras yo fui a ver al cine la maravillosa y enigmática Eddington, de Ari Aster, Sánchez falta al congreso el día que le tumban a Yolanda Díaz la reducción horaria de la jornada laboral, se va al cine a apoyar a Amenábar con su Miguel de Cergayntes, y decide luego que como estamos fuera del G7, mejor que se hable de Gaza y la Vuelta, que de otras cosas. Tezanos asiente y la maquinaria del calamar empieza a funcionar y vela el conocimiento de los ciudadanos con cortinas de tinta y ruedas de bicicleta.
¿De qué les sirven a las víctimas de Gaza todas estas maniobras? De nada. La diplomacia internacional debe parar el horror, y las organizaciones benéficas no gubernamentales, han de recaudar mas dinero para ayudar a las víctimas. Todo lo demás es teatro, y no de Aster o de Amenábar, precisamente.
También te puede interesar
El parqué
Continúan los máximos
Madríbarça II
El Alambique
J. García de Romeu
Cuentos de Navidad
El parqué
Día de consolidación
Lo último