El Alambique
Libertad Paloma
A cañonazos
Hace unos días, millones de personas desearon a sus prójimos, con todas sus fuerzas, un año lleno de paz, justicia, amor, salud y dinero. Ha pasado una semana y el resultado ha sido abominable. Guerras, polarización, aumento de las desigualdades, odio, rencor, fiebres y subidas de precios. Es evidente que desear por desear no sirve para mucho. Es como cantar bajo la ducha, como hacer la cama, como mirar instagram. Son cosas que se hacen (o se dicen) para que cada cual se sienta bien consigo mismo.
Para que los deseos surtan efecto y pasen de la fantasía al hecho palpable debe recurrirse a fuerzas bien poderosas que están más allá de nuestras capacidades humanas. Habrá quien diga que son tareas que deberían encomendarse a todo tipo de deidad. Sin embargo, habiendo tantos panteones en el planeta, es complicado que al pedir ayuda divina, todos los dioses se pongan de acuerdo y digan, venga va, vamos a hacer un mundo mejor, repartiendo riquezas y salud de manera equitativa, de modo que cometer injusticias y rezumar odio sea inútil. En realidad, demostrado queda con el paso de los siglos; cada uno tira para su bando de fieles seguidores y le importa poco el resto.
Podría parecer que, en breve, la inteligencia artificial acabará sirviendo para que estos deseos humanistas se hagan realidad. Sin embargo, mientras haya personas sumamente poderosas que necesiten de la desigualdad y el caos para prosperar, no habrá nada que hacer. A menos que desarrollemos algo mucho más potente que la inteligencia o la religión. Es el momento de la magia; la magia artificial obviamente. Actualizar los libros de conjuros con nuevos algoritmos será la panacea. Será poco democrático, pero si millones de personas lanzamos los conjuros adecuados, podremos obligar al resto a asumir la paz, la salud, el amor… Así que, para empezar, solo hay que descargarse la aplicación MagicPower Plus, crearse un perfil y añadir vuestro número de cuenta bancaria. Y a volar.
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