El Alambique
J. García de Romeu
El mismo barco
La Luna me está mirando y se quiebra entre las tinieblas de mi triste soledad. La noche viene cuando el Sol se oculta, eso lo sabe todo el mundo, pero la noche no es igual en todas partes. La mayoría de los seres humanos aprovecha la noche para dormir, para descansar. Pero “ve tu pueblo, ve tu reino”, cada uno tiene sus peculiaridades, aunque en verdad semejantes unos de otros. Para empezar hay personas que no duermen de noche:.el municipal, el panadero, el boticario, el guardia civil… Hay un refrán que se cuenta desde hace tiempo, porque las cosas se suelen repetir: “Las luces de mi pueblo son una porquería, pues se apagan de noche y se encienden de día”. A este respecto, cuento una anécdota que me ocurrió siendo alcalde. Encargué al funcionario encargado del alumbrado, mi buen amigo Marín, que repasara las farolas de un barrio determinado pues los vecinos se quejaban. Pero yo, previamente en aras de supervisión, me levanté de madrugada, y en mi coche , iba repasando las calles y anotando los puntos de luz apagados. A esto aparece la guardia civil y parándome, me pregunta: “¿qué hace usted?”. Respondo de inmediato: “Pues contando bombillas”. “Qué gracioso…baje inmediatamente del coche” . Lo hago y entonces se percatan de quién soy. Me piden disculpas y aquí se acaba la anécdota. Y hasta nos reímos ellos y yo.
Era costumbre que el guardia de noche fuera de ronda por las calles e iba diciendo: “las tres y nublado”, o “las cinco y lloviendo” Y así al menos los de insomnio se enteraban de cómo estaba la cosa. También era costumbre que al dicho sereno le encargaban algunos labradores que llamara a tal o cual hora, para no quedarse dormidos e ir a su trabajo. Luego el aviso se pagaba con una copa o café en el bar de Mojama o de la esquina de las Pitas o en cualquier otro. Con lo cual el dicho sereno al acostarse por la mañana ya estaba bien medicado o pildoreado.
Es costumbre poner motes a todo quisque. Por poner un ejemplo, a una que se tiñó el pelo de rojo, le llamaban “la retinta. Y otro ejemplo: llegó un médico nuevo al pueblo y entrando en un bar le pregunta al dueño: “¿”s verdad que aquí a todo el mundos se le pone un mote?”, “Sí, señor, pero sin maldad”. “Bueno, a mí no me pondrán porque soy forastero”. A lo que el informante le respondió: “No se diga más, usted desde hoy será el forastero”. Y así quedó la cosa.
La noche también, mas poético, es ideal para cantar una serenata a la mujer amada. Lo malo es que se asome al balcón el padre o algún familiar de mala... porque no le dejan dormir. Y otra cosa son las campanas de la iglesia: un vecino nuevo que nada sabía se quejaba de tanta campanada y nada menos que se le ocurrió hacer una encuesta y que le firmaran una petición para eliminar tanto repique. Recorrió el pueblo en este menester y... Solo consiguió una firma, la suya.
PD. Es muy triste la noche que ahora tenemos comparándola con la de años atrás. La contaminación lumínica no es cuento, es una cruda realidad, aunque por otra parte no vamos a apagar todo el alumbrado para que veamos las constelaciones. Pero si tienes ocasión de ir a una montaña o a un campo lejano, es una maravilla contemplar la infinidad de las estrellas. Y no solo verlas sino también imaginar y pensar lo que habrá allá en las alturas y soñar... Sí, soñar porque así te pierdes en la inmensidad de la Creación. Sabrás que no estás solo en el mundo y hasta creerás más en el Creador.
También te puede interesar
El Alambique
J. García de Romeu
El mismo barco
Puente de Ureña
Rafael Duarte
Mujer y Siglo de Oro
Sanción ejemplar en tiempos convulsos
Despedida y agradecimiento
Lo último