Isleños monstruosos

27 de octubre 2025 - 06:00

Pocos días me parece que ha dedicado este año el Ayuntamiento a celebrar Halloween, que, si como decía el pasodoble carnavalero, Cádiz está de fiesta todo el verano, yo me atrevería a asegurar que la Isla está de Halloween todo el año. No me refiero ya a ciertos esperpentos que es posible contemplar en sus calles todos los días, de los que no está exenta casi ninguna población y fenómeno del que yo mismo podría ser partícipe en cuanto me descuide un poco. Hablo de ciertas cosas que, si no son inherentes, sí ocurren con cierta frecuencia en esta ciudad que igual que un día resistió con valor a los tropas francesas de Napoleón hoy se rinde complaciente ante los ejércitos anglosajones de zombies y monstruos.

El otro día contemplé con espanto un cartel colocado en las tres puertas de los aseos públicos instalados en la estación ferroviaria de la antigua estación principal, hoy rebajada a parada de cercanías de San Fernando Centro. Los rótulos advertían de que los servicios estaban cerrados "por actos vandálicos", sin aportar más detalles y por eso mismo dando alas a que la mente imaginara todo tipo de fechorías. Desconozco cuánto tiempo llevaban cerrados y si a día de hoy se han reabierto al uso, pero supuse que el hecho habrá llenado de vergüenza a más de un ciudadano.

O a lo mejor no, a lo mejor hemos asumido como normal el descuido de lo público, ese mismo desdén que hace que lo mismo en vías principales que en secundarias los suelos aparezcan cada día llenos de basura, pese a lo que yo entiendo como eficaz tarea de los servicios municipales de limpieza. Calificar a los isleños de sucios tampoco sería justo, pero el cotidiano contemplar con qué indiferencia caen de las manos de la gente todo tipo de desperdicios a aceras y calzadas no invita al optimismo.

Así que tampoco hace falta señalar unas fechas para Halloween. Tal vez un batallón nutrido de monstruos ensuciadores y destructores recorre cada día las calles de La Isla, sin que nadie les huya ni grite falsamente a su paso, ni ninguna autoridad los detenga, confundidos como van, vestidos de isleños normales.

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