El Alambique
Jesús Andrades
Tardes de Navidad
La cotización del oro abandonó en 2022 su tradicional correlación con los tipos de interés (por el “coste de oportunidad” de invertir en un activo que no genera rendimientos) y con los costes de extracción y reciclado. La razón fundamental han sido la acumulación de reservas por varios países emergentes a la vista del bloqueo de los activos de Rusia en el extranjero tras la invasión de Ucrania y las tensiones geopolíticas.
Tras dispararse recientemente hasta 2.400 $/oz en una dinámica claramente especulativa, ha empezado a corregir. Podría surgir otra oportunidad si retrocediera al entorno de los 2.150 $/oz, ya que a medio plazo debería de revalorizarse si finalmente la Reserva Federal puede recortar sus tipos, actuando como refugio en periodos de gran incertidumbre.
Además de la inversión directa, otra alternativa sería la compra de fondos sobre mineras de metales preciosos. No obstante, sus correlaciones con el precio de la onza son erráticas y no dejan de ser una inversión en renta variable. Además, persisten sus recurrentes problemas de costes y de volúmenes de extracción inferiores a los previstos, por lo que parece que sus cotizaciones solo reducirán la brecha respecto al metal amarillo cuando demuestren una contención de los costes.
Con este panorama, creemos preferibles los fondos de petroleras cotizadas (que cotizan con la mitad de PER y el triple de dividendos que las mineras de oro), que seguirán generando enormes beneficios simplemente con que el crudo se sostenga por encima de 75$-80$, que están siendo disciplinadas con sus inversiones y costes, y que están remunerando generosamente a sus accionistas.
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