El Alambique

Juan Clavero

Nos envenenan

30 de octubre 2017 - 02:07

Hay un principio básico en el uso de sustancias químicas: el de precaución. Los ciudadanos no tenemos que demostrar que son inofensivas, es el fabricante el que tiene que demostrar que no son tóxicas. Sin embargo la historia está llena de ejemplos de uso masivo de sustancias que se han demostrado perjudiciales para el medio ambiente y/o tóxicas para los seres humanos. El DDT se prohibió cuando ya había llegado hasta los últimos confines del Planeta. El glifosato es el herbicida más usado en el mundo a pesar de las serias evidencias científicas de que es cancerígeno y provoca daños genéticos y alteraciones hormonales. Actualmente está presente en casi todos los alimentos y en la sangre de personas en todo el mundo.

Las campañas en pro de su prohibición se han topado con el poderoso lobby de las multinacionales de los agroquímicos -liderada por Monsanto-, que han contado con la connivencia de muchos políticos y el apoyo de las grandes asociaciones agrarias, que anteponen sus beneficios a la salud de las personas.

En todas las ciudades se usa el glifosato; en nada se han notado los cambios de gobiernos tras las últimas elecciones. Calles, plazas, jardines, parques… son fumigadas sin que los ciudadanos conozcan la peligrosidad de este producto. En El Puerto, Ecologistas en Acción propuso al Pleno que prohibiera su uso en espacios públicos; el concejal de Medio Ambiente se comprometió a hacerlo hace más de un año. Seguimos esperando. Tampoco los parques naturales se libran de las fumigaciones con este herbicida, con la incomprensible autorización de la Junta de Andalucía.

Pero las cosas están cambiando. El Parlamento Europeo ha aprobado una propuesta para prohibir el uso del glifosato en espacios públicos, y permite una moratoria de cinco años sólo para usos agrícolas. En 2022 puede que ya no se use más el glifosato en la UE, aunque sus efectos perdurarán. Un millón de firmas de ciudadanos de la UE han apoyado esta prohibición, y ya hay países, como Francia y Suecia, que apoyan el fin del glifosato. Nuestro gobierno sigue apostando por este herbicida tóxico. No obstante hay muchos Ayuntamientos que ya han dejado de utilizarlo.

Nos están envenenando. Después nos extrañamos de la proliferación de cánceres, alergias, alteraciones hormonales…

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