Diez años

Ya hace diez años que la alcaldesa es alcaldesa. Se dice pronto, pero la realidad es que los niños y niñas de La Isla que han hecho este año la primera comunión no han conocido a otra. Si, como dice el tango, veinte años no es nada, diez es la mitad de nada, pero yo diría que San Fernando ha tenido tiempo y ocasión de cogerle cariño a Cavada, y a esta se le ve como si no hubiera soñado nunca con otro papel en su vida. Aunque, por juventud, podría aspirar a cualquier cosa, no se le adivinan otras intenciones. Pero vaya usted a saber, porque estamos hablando de políticas...

No se le podrá negar a la alcaldesa y a su equipo las ganas de hacer cosas, sobre todo si comparamos con su casi anónimo y fugaz antecesor en el cargo. Aunque los plazos terminan siempre siendo desesperantes, impera una impresión: se hará más temprano o (inevitablemente) más tarde. Este es tal vez el distintivo de los gobiernos de Cavada, se esté o no de acuerdo con los proyectos o con su filosofía.

Hay un rasgo único en el proyecto Cavada para San Fernando, su apuesta por lo que se ha venido en mallamar ‘eventos’. Para mí resulta indescifrable su empeño en que el Halloween isleño, la Semana Santa cañaílla, el Carnaval de aquí... sean los primeros en el mundo. No veo la necesidad, pero una opinión de un columnista no es nada comparada con la mayoritaria y democrática de toda una ciudad, que se expresa en el seguimiento masivo de estos festejos. Ahora incluso se quiere ampliar a toda la ciudad la quema de Juan y Juana que el modesto barrio de La Casería había salvaguardado como único bastión ante la pérdida generalizada de la tradición. Pues vale.

No me corresponde a mí hacer balance, pero ya que me otorgan el privilegio de una columna semanal resumiré diciendo que, en mi modestísima opinión, Patricia Cavada es una buena alcaldesa, aunque naturalmente nadie es perfecto y que, como buen ciudadano preocupado, estaré siempre dispuesto a señalar sus defectos. Y, desde la buena voluntad que nos debe guiar, Feliz Aniversario.