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Se agotan las palabras para calificar lo que está haciendo el Cádiz de Álvaro Cervera. Lo del jueves noche en Carranza es para enmarcar. Un equipo plantado en el campo como los grandes, con las ideas claras desde un principio y asfixiando a un rival que no es que no ofreciera su mejor cara, es que sencillamente el Cádiz no le dejó hacerlo. Y los tinerfeños pueden dar gracias a Dios por salir vivos del estadio cadista. Y ahora vuelo a Tenerife con una renta que se percibe corta, visto lo visto en Carranza. Al menos con otro gol más en la buchaca debió marcharse el Cádiz, pero Arcediano Monescillo (con ese nombre no se puede ser fontanero sino árbitro, por cojones) se empeñó en anular un gol legal a Aridane. Dice el entrenador cadista que la eliminatoria está igual que antes, al 50 por ciento. Con la cabeza fría debe tomarse así, pero lo cierto es que el Cádiz tiene un 66 por ciento de posibilidades, puesto que le valen dos de las tres posibles opciones: victoria y empate. El marcador no es para ir tranquilos, pero obliga al Tenerife a ganar y eso no es poco. Un gol del Cádiz sería letal. Así que euforia las precisas, pero este equipo tiene todavía mucho que decir y va a dar la cara hasta el final, sea cual sea el resultado del play-off. Obviamente los que marcan los goles son los jugadores, pero el Cádiz tiene petróleo en el banquillo. Hace muchos años que no veo a un tipo tan sincero ni con las ideas tan claras como Álvaro Cervera. Está claro que, tarde o temprano, llegarán las vacas flacas y que la ley del fútbol es la que es, pero está sabiendo transmitir a la plantilla lo que quiere y lo que el equipo necesita en cada momento. Y las decisiones le están dando la razón. Sentar a Ortuño, máximo goleador del equipo, en el primer partido de play-off no es fácil, pero acertó. Ortuño no pasa por su mejor momento, cierto, pero no olvidemos que sin sus goles lo mismo no estábamos aquí ahora. Oír al míster en sala de prensa explicando los motivos de su decisión es para ponerlo en los cursos de entrenador.
Y a todo esto, seguimos soñando. Si cabe, con más fuerza todavía. Al equipo se le ve metido hasta el fondo. Saben que esto es un premio ya de por sí, pero no han venido a llevarse la fotito de recuerdo. El Cádiz es un equipo con hambre y va a por todas. A este Cádiz le da lo mismo jugar la ida en Carranza y la vuelta fuera o viceversa. Se han superado los miedos. Y de qué manera.
Queda la incógnita de lo que pasará esta noche en el Heliodoro Rodríguez López. Personalmente tengo toda la fe del mundo. Evidentemente esto es fútbol y puede pasar cualquier cosa, pero al Cádiz cuesta hacerle gol. Y esa es la base de su peligro en play-off. Arriba cuesta llegar, cierto, pero a nuestra puerta también cuesta trabajo. Y si no está Ortuño aparece Aketxe, que se está destapando como experto en golazos.
Hoy es día de los grandes, de los buenos. De los de las grandes citas. Y esperemos que en Canarias, además de la hora, haya un gol menos que en Cádiz. A por ellos.
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