Crónica de San Juan de Dios

Melchor Mateo

mmateo@diariodecadiz.com

El ocaso de Podemos en Cádiz

La marca oficial trata de reconstruirse después de recibir tierra quemada con la escisión de Kichi y los suyos. Del movimiento asambleario de hace años no queda absolutamente nada

La sede que ocupó hasta hace una semanas Podemos está cerrada.

La sede que ocupó hasta hace una semanas Podemos está cerrada. / Jesús Marín

Podemos nació en la calle y ahora se vuelve a ver en ella pero en soledad. Nada queda de aquella efervescencia de hace seis o siete años. La calle sigue ahí pero se les ha quedado vacía. El desalojo de este partido de la sede de la calle San José es una metáfora de la situación que viven los partidos que nacieron al amparo del 15-M, donde las escisiones han estado a la orden del día. En aquel entonces, con una gran crisis económica y con una clase política que era vista más como un problema que la solución, la gente se echó a la calle y empezó a reclamar lo que creía que le pertenecía.

Con ese caldo de cultivo nació Podemos, una plataforma creada por profesores universitarios madrileños y que atrajo a gente de todos los campos y a muchos indignados que vieron en ellos el movimiento que podría venir a cambiar las cosas.

El elemento clave de Podemos es que era un movimiento asambleario, es decir, todas las decisiones se tomaban desde abajo hacia arriba en unos círculos interminables que a veces venían a ser casi unos movimientos cooperativos.

En Cádiz la sede de los sindicatos se convirtió en el lugar donde decenas de personas se reunían para ir conformando un proyecto que poco a poco fue tomando forma. A nivel nacional concurrieron por primera vez a las elecciones europeas y obtuvieron un resultado que los hizo salir a la luz pública. Los Iglesias, Monedero, Errejón y una gaditana de Rota, Teresa Rodríguez, se convirtieron en estrellas mediáticas que eran un punto de atracción para los medios por su discurso y por su estética alejada de los convencionalismos de la política tradicional.

Los círculos se fueron vaciando poco a poco y tampoco se rendían cuentas desde el poder

Las autonómicas celebradas pocos meses antes de las municipales de 2015 ya dieron el aviso definitivo de que algo se estaba produciendo porque Podemos fue la formación más votada en la capital gaditana.En Cádiz, ante la decisión de Podemos de no acudir bajo esa siglas a las municipales en ningún sitio, se alumbró Por Cádiz sí se Puede. La candidatura venía a responder a ese carácter asambleario donde todo el mundo se podía presentar y tener la posibilidad de ser concejal en el Ayuntamiento de Cádiz.

Ahí es donde Por Cádiz sí se Puede tiene la fortuna de tener un diamante en bruto en sus filas que puede conectar perfectamente con parte de la idiosincrasia de la ciudad, con un pasado en el mundo del Carnaval que le había llevado a ser muy conocido, viñero, criado junto al cura Pepe de La Pastora y, además, con una buena dosis de naturalidad. Para más inri, era y es pareja de Teresa Rodríguez, la líder andaluza de Podemos, un verdadero animal político con un perfil algo distinto que el de Kichi.

La ola estaba en camino y de aquellos círculos nació una candidatura que pocos meses después iba a pasar a gobernar la ciudad de Cádiz cuando el PSOE permitió con su voto favorable a que saliera Teófila Martínez de la Alcaldía después de 20 años.

En torno a los círculos y al movimiento de Podemos (Por Cádiz sí se Puede) se movían ideólogos como el profesor Jesús Rodríguez, anticapitalista hasta la médula, y otros que están en el plano idealista y dogmático que era el programa electoral con el que concurrieron a las elecciones municipales de 2015. Este estaba lleno de generalidades y deseos, tanto casi como el discurso del Kichi ya alcalde el día de su investidura, cuando anunció, por ejemplo, que iban a modificar un PGOU antes de final de año.

La paradoja se da que esa pureza del movimiento asambleario de Podemos empezó a perder fuerza desde el mismo momento en el que se llegó a la Alcaldía. Durante unos meses resistieron pero poco a poco los círculos se fueron vaciando de gente hasta el extremo de que ya lo podían hacer en una primera sede que tuvieron en la calle Corneta Soto Guerrero, que tenía un espacio reducido.

Al poco de celebrarse las elecciones, todavía con un salón del edificio de Sindicatos lleno, Kichi tuvo que justificar ante un auditorio todavía eufórico porque habían alcanzado el poder, por qué había recibido la medalla de la cofradía del Nazareno como se hace con todos los concejales que toman posesión en el Ayuntamiento.

Un círculo de Podemos celebrado en agosto de 2015 en el edificio de Sindicatos. Un círculo de Podemos celebrado en agosto de 2015 en el edificio de Sindicatos.

Un círculo de Podemos celebrado en agosto de 2015 en el edificio de Sindicatos. / Jesús Marín

Sin embargo, aquel día sí que hubo algo que generó inquietud entre los que estuvieron allí. Podemos siempre ha tratado de darle mucha importancia a lo simbólico y en un momento en el que el término casta era uno de los más usados en sus discursos para diferenciarse de la política tradicional, decidieron sacar a concurso cuatro plazas para asesorar al grupo municipal de Por Cádiz sí se Puede. La selección se iba a producir con gente de la calle, por lo que se presentaron cientos de solicitudes.

Sin embargo, en aquel círculo y con este periódico de testigo, la ya concejala María Romay dio el nombre de los agraciados llamándolos por sus nombre de pila o apodos: “Sandra, el Perico....”. Los cuatro eran gente del círculo cerrado de Podemos, gente de ellos. Alguien que estaba sentado al lado de este periodista y que peinaba canas mostró su indignación ante todos los que estaban alrededor porque decía que se estaba haciendo lo mismo que los otros partidos. Era dar un rodeo para llegar al mismo sitio.

El sistema de elección para la candidatura de 2015 ya no se repitió cuatro años después

Los círculos, además de menos numerosos, se convirtieron también en más desconfiados y cerrados. La barra libre a la prensa ya no se veía con tan buenos ojos y llegó un momento incluso, que en uno que iban a celebrar en la calle Corneta Soto Guerrero y donde se había anunciado en Facebook que se iba a hablar de los presupuestos y las cuentas municipales, ante la presencia de un periodista, se cambió sin más el orden del día y se eliminó.

En aquellos inicios la luna de miel con Pablo Iglesias estaba en su máximo apogeo y no hacía vaticinar el vinagre en el que se convirtió un par de años después. Entonces, los dos escenificaron días después del triunfo electoral de Kichi su unión con un acto en el Ayuntamiento donde el líder nacional atrajo muchísima atención.

Kichi en esos momento se convirtió en una de las marcas de Podemos, en uno de los símbolos de los alcaldes del cambio. De hecho. su estética y su tendencia a hablar sin tapujos le hizo que fuera conocido en toda España y consiguiera una repercusión parecida a la de las alcaldesas de ciudades gigantes como eran Carmena y Colau.

En aquel momento, si ibas a cualquier lugar de España y sabían que eras de Cádiz, todo el mundo preguntaba por ‘Kichi’, algo que veían como un elemento exótico desde fuera. Pese a que Podemos había conquistado otras ciudades como Zaragoza, el de Cádiz se había convertido en un símbolo.

Era un equipo de Gobierno formado por gente muy variada y que era la primera vez que se ponía a gestionar un ayuntamiento. Como decía el propio alcalde, se sentía como un novato que acababa a aprender a conducir pero que se subía a un coche que ya estaba en marcha.

Los sistemas asamblearios presentaban una aparente igualdad de oportunidades para todo aquel que se quería presentar pero también suponía un disparo al aire porque nunca se sabía qué es lo que podía salir.A lo largo de los cuatro primeros años los concejales se vieron en aprietos en numerosas ocasiones, unas veces por apariciones públicas, otras por decisiones que tomaban y a veces por crear incendios de la nada. Eso hizo que para las elecciones municipales de 2019 el sistema cambiara de manera radical, pero volvamos a atrás en el tiempo.

Kichi y los suyos empezaron a tener que gobernar en 2015 y la realidad se presentó de manera muy distinta a lo que uno pensaba. Y lo que se veía desde fuera de una manera, ahora cuando llegaba el momento de las decisiones tocaba hacer de funambulista porque a veces había que tirar por la vía del pragmatismo.

Ahí estuvo el tema de la medalla del Nazareno, cuando incluso se le concedió la Medalla de Oro de la ciudad a la Virgen del Rosario o cuando se tuvo que poner del lado de que hubiera carga de trabajo en Navantia, pese a que fuera haciendo barcos para Arabia Saudí, en contra de lo que se propugnaba desde la distancia en su partido.

Esa radicalidad se fue atemperando un poco cuando se tocó el poder. Algunos de los ideólogos, como el propio Jesús Rodríguez, empezaron a tomar distancia con el gobierno municipal, al que consideraba demasiado moderado.

Kichi y los suyos formaban parte de la corriente anticapitalista dentro de Podemos. No son los mayoritarios pero dominaban el cotarro en la parte sur del país y eso son muchos votos para un Pablo Iglesias que necesitaba reafirmar su poder dentro del partido.

En un primer momento, para su reelección, le mostraron su apoyo pero poco a poco la pequeña herida se fue haciendo más grande hasta que todo explotó cuando el alcalde se posicionó de manera muy clara contra la compra del chalé de Galapagar por parte del líder nacional. Esa fue la explosión final pero ya antes se habían producido una serie de escaramuzas internas.

A pesar de esas diferencias visibles, las dos parte decidieron continuar junto en el camino político, hasta el punto de que la candidatura que se presentó en Cádiz en 2019 recibió el nombre de Adelante Cádiz y donde se integró ese pacto nacional de Unidas-Podemos con Izquierda Unida, ésta integrada dentro de Ganar Cádiz en la capital gaditana.

En Cádiz Podemos era entonces Teresa Rodríguez y el equipo de Gobierno. La parte orgánica estaba diluida en el poder institucional, aunque en esa fecha es cuando se hacen con el local que han ocupado hasta hace bien poco en la calle San José.

Para elegir a la gente de Podemos ya no hay movimiento asambleario que valga. Se presenta una lista cerrada y la gente la vota a la búlgara, con el objetivo de llevar un equipo de Gobierno más robusto y con más posibilidades de gestionar una ciudad que las que hubo durante el primer mandato.

Sea como fuere, Kichi fue revalidado como alcalde y rozó la mayoría absoluta con 13 concejales, lo que le permitía gobernar con algo más de respiro.

Sin embargo, cuando Podemos entró en el Gobierno nacional con el PSOE, se rompió el lazo desde Cádiz para volver a ser una isla políticamente hablando. Las diferencias se hicieron cada vez más grandes hasta acabar en una guerra abierta. Pese a que trataron de simbolizar con un vídeo que la separación era amistosa, la guerra por la custodia de los niños y los bienes fue descarnada y llegó incluso al grupo parlamentario andaluz, donde Teresa Rodríguez y los suyos fueron apartados.

Con este escenario y donde ha habido tierra quemada, se producen dos movimientos. Por un lado, Rodríguez hace lo que los llaman una refundación el partido y forma Adelante Andalucía, con un corte andalucista, que se lleva toda la parte institucional de Kichi y la Alcaldía de Cádiz.

Por el otro lado, se trata de reconstruir la marca de Podemos en la ciudad de Cádiz, que recibió como única herencia el local que era pagado por el grupo municipal de Adelante Cádiz. Por ello, lo han perdido y ahora trabajan en una situación precaria, sin presencia institucional y luchando con la conexión mental que se da en la ciudadanía de que Podemos sigue siendo Kichi.

Tienen a un coordinador local, Vicente Camacho, que está tratando de sacar cabeza en un territorio hostil y con un panorama político nada halagüeño para las siglas a la que representa. Hace años la gente empujó a la formación de una plataforma política. Hoy el viaje de vuelta es casi imposible porque hay que conquistar a la gente y esa se perdió hace tiempo.

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