El sábado se casó mi amiga Tamy, la hija de la Isa, la viuda del Migué. No pude ir a la ceremonia ni a la barra libre, pero no he podido resistirme a dedicarle esta columna porque la verdad es que la muchacha lo ha pasado regular. Me alegro mucho de que al final haya podido casarse. Sus malvadas vecinas se metían con ella y le decían que se le había pasado el arroz, por mucho que tuviera aspecto juvenil, la piel tersa como si se la hubiera embadurnado con Nivea, y mantuviera esa candidez tan de Tamy, que cuando uno la conoce no sabe si se hace la tonta o directamente lo es. Pero, lo confirmo, de tonta, mi amiga, no tiene un pelo. Tras dar muchas vueltas por la calle Real y ofrecer mucho top-less en la Punta del Boquerón, la chica acabó conociendo a un chavalote algo más joven que ella, pero tela de simpático: el Neko.

El noviazgo fue como todos los noviazgos: su parte de pelar la pava, y su parte de pavar la pela. Al cabo de los meses, la parejita empezó a ahorrar para irse a vivir juntos y tal, que ya era hora, decían las vecinas malvadas de Tamy. La Isa no lo tenía muy claro, porque había pasado por varias relaciones y venía ya de vuelta de la vida. Esa mujer no confía en los hombres, ni los de ciencias, ni los de letras. Pero tampoco quería destruir la ilusión de su hija, tan cándida, tan inocente. Tan pánfila.

Los jóvenes querían casarse en la Iglesia de la Pastora, como es de rigor. En realidad la que lo quería era Tamy, porque su noviete pasaba de los curas y de todos los rollos esos. Abusando de favores debidos e influencias de la Isa, mi amiga consiguió que le reservaran fecha después de San Fermín, que es época de bodorrios y está todo de bote en bote. A la toma de dichos los acompañó una parejita que intentó no prorrumpir en sonoras carcajadas cuando el sacerdote les habló del deber de fidelidad conyugal. Que el Neko era un pájaro bueno lo sabían los amigos de la Tamy y el barrio entero de la Pastora, pero nadie se mete en las cosas de un matrimonio en ciernes.

El convite tuvo lugar en Casa Naca, con el Churre de maestro de ceremonias. Como el Neko era comercial de la Cruzcampo, la cerveza corrió de cuenta de su jefe, y aunque unas semanas antes del enlace alguien le robó la gargantilla del Bijou Brigitte a la Tamy y se enfadó con la costurera que le iba a hacer el traje a medida y la mandó a hacer gárgaras, al final mi amiga tuvo la suerte de que Verónica De la Vega le hiciera otro que resultó ser mucho más bonito y elegante que el que había dibujado la anterior.

Lo dicho, que me alegro mucho por Tamy y por eso le deseé la felicidad eterna por sms después de mandarle el regalito por Bizum. Tras eso, salí del grupo de WhatsApp que un cachondo había llamado "La boda del ano" y que, por suerte, no hizo honor a su nombre.

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