El apagón

01 de mayo 2025 - 07:00

De pronto el día comienza, con la pesadez de todos los lunes. A poco más de media mañana, algo tan cotidiano que ni siquiera echamos cuenta, nos falla. Y no es el aire que respiramos, al que tal y como están las cosas, cada inhalación del mismo hay que saborearla por si acaso. El suministro eléctrico cae por completo y poco a poco nuestros quehaceres se desboronan.

Parece que puede ser algo normal, pero a medida que nos llegaban noticias, nos dábamos cuenta que cada vez éramos más los afectados. A cada uno nos cogió de una forma distinta; trabajando, haciendo la compra, en el tren, conduciendo y a cada uno nos afectó de una forma.

Pudimos llegar a pensar que era algo momentáneo, que, de un momento a otro, volvería a llegar ese suministro tan cotidiano, que ni siquiera echábamos cuenta antes.

En ese mismo instante dejamos de ser libres y nos volvimos presos de lo que el mismo ser humano había anunciado como auténticos avances tecnológicos. Con dinero o sin él, éramos incapaces de realizar compras en el supermercado; los trenes y metros quedaron parados, tu televisión era solo un cuadro negro en tu salón, tu móvil de poco servía para comunicarte, tu ordenador portátil te fue útil mientras le duro su batería.

Fue ahí cuando de nuevo la vida, aunque fuese por unas horas, nos cambió, volvió lo tradicional, volvió la sencillez y volvieron las personas.

Somos muchos los que intentamos desconectar digitalmente durante todo el día, aunque a veces no lo logremos. Y créanme, habría días en los que personalmente desearía saber dejar el móvil, apagar la tele y vivir sin el estrés que estos te generan.

Poco a poco fue pasando el día, hubo quienes desempolvaron viejas reliquias, como alguna radio a pilas que tenía más de una semifinal del Falla y algún hornillo de gas; hubo quien sacó aquel viejo Monopoli de billetes, monedas y sin tarjeta de crédito, que hoy no funcionaba.

La tarde casi llegaba a su fin y en la mayoría de nuestra ciudad se restablecía el suministro eléctrico, poco a poco llegaban los WhatsApp, los correos electrónicos, las notificaciones de redes sociales, pudimos encender la televisión y fue ahí donde se produjo el verdadero apagón.

De nuevo se produjo el apagón, el apagón del ser humano.

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