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Hoy, que cualquiera se encarna en omnisciencia y conoce el cerebro de todos sus personajes, hoy, digo, Don Miguel de Cervantes, crea a Cide Hamete, como primer narrador, o esa es la intención que nos quiere colar. El doctor en Filología Hispánica, excelentísimo señor, don Carlos Mata Induráin, ha investigado a Cide Hamete y escribe en su blog de literatura: "Con respecto a Cide Hamete Benengeli, se han barajado múltiples interpretaciones relativas a su 'identidad'. El primero que da una etimología popular es el propio Sancho, quien en II, 2 deforma el nombre en Cide Hamete Berenjena y comenta que 'por la mayor parte he oído decir que los moros son amigos de berenjenas'. Dejando aparte esta explicación jocosa, los estudiosos han añadido hipótesis numerosas y diversas; así, algunos interpretan el nombre de esta manera: Cide (Señor) Hamete (que más alaba al Señor) Ben-engeli (hijo del Evangelio); otros, en cambio, creen ver en Cide Hamete Benengeli un anagrama casi perfecto de Miguel de Cervantes; otros encuentran en tal nombre una alusión a la comedia El Hamete de Toledo de Lope de Vega; otros lo vinculan con el término bengerinel, 'hijo de Miguel'… Hay, en fin, muchas otras propuestas. Sea como sea, coincido con Márquez Villanueva, afirma, cuando señala que Cide Hamete es 'el foco cristalizador de la estructura narrativa del Quijote. Tangible y evanescente a la vez, se halla dotado, igual que Dulcinea, de un ser literario que lo sitúa un escalón por encima y un escalón por debajo del plano 'real' de la novela'".
Existen quienes vinculan su nacimiento en un jocosismo de Cervantes sobre los libros plúmbeos. Aquellos falsos cronicones. El hispanista Thomas E. Case, dispone que: Cide Hamete Benengeli aparece ya en la Primera Parte y su función ambigua es un resultado directo de los Libros plúmbeos de Granada. Por el papel de Cide Hamete Benengeli, Cervantes se burla de los lectores indiscretos y crédulos de los libros de caballerías, y por extensión de todos los textos históricos y literarios existentes.
Los falsos cronicones lograron que un investigador de Cervantes, Vicente Espinel y casi todos los autores del siglo de oro, Don Francisco Cascales, autor de las Cartas Filológicas, tomase por cierto lo que era harina falsa: Flavio Dextro, o M. Máximo Cesaraugustano, urdidos por el sacerdote Román de la Higuera, que al igual que años después por Adolfo de Castro y Mariano Pardo de Figueroa, empantanasen a Cervantes aún más.
Es verdad que los pone bajo el nombre de Dextro, Mario Máximo, Luitprando y Julián de Toledo, pero lo que es en realidad es una colección de fuentes con alguna discusión e interpretación que no va en notas, sino como cosa perteneciente al texto o a su interpretación por determinados autores.
Cide Hamete o Amet, al que identifican, como no, con Lope de Vega, es reconocido o desconocido según se tercie. Es interesante observar que Cide Hamete habrá dejado su texto en letra árabe, es decir, en aljamiado, que es lengua romance escrita con el alfabeto árabe, ya que entonces casi ningún morisco sabía escribir árabe. Cide Hamete y su traductor, además, debían practicar sus oficios en secreto para evitar la vigilancia de las autoridades y de la Inquisición
Cervantes, pues, jugó con la aljamía para hacer circular a Don Quijote, por donde todo el monte no era orégano.
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