Entra uno en Bahía Sur ligero de ropa aún y, aunque no compre, sale abrigado para todo el año. Da uno tres vueltas por las galerías y ve una tienda de ropa detrás de otra. Haciendo un cálculo somero, (o sin calcularlo, da igual) salen miles, decenas de miles, quizá cientos de miles de prendas colgadas en las perchas, amontonadas en los almacenes, circulando por los probadores, paseando en las bolsas que la gente lleva en las manos. Y eso sólo en un centro comercial que piensa abrir, seguramente… ¡más tiendas de ropa! Diría uno que si de pronto ocurriera (los dioses no lo quieran) una catástrofe en la Isla, en la Bahía, en la provincia… el tejido acumulado en Bahía Sur daría de sobra para abrigar de la intemperie a toda la población damnificada.

Vaya tela la que tenemos. Cuánta tela, cuántos botones, qué de cremalleras, cuantísimos cuellos, mangas, dobladillos, solapas para vestir nuestra pobre y frágil osamenta. Se acuerda uno del sabio griego Diógenes de Sínope, al que bastaba para vivir la única residencia de un modesto tonel, y para vestirse, la de una capa desharrapada. Ya se sabe la famosa anécdota que le ocurrió con el poderoso Alejandro Magno, O Megas Aléxandros, cuando se lo encontró en Corinto viviendo en tales condiciones y le preguntó qué podía hacer por mejorar sus condiciones. Diógenes le respondió: "Apártate que me estás tapando el sol". Pues eso.

No es que haya que llegar a esos extremos, pero si te paras a pensar sólo un segundo, es más que evidente que no necesitamos taaaaanta ropa. Del binomio "ropa de diario-ropa de domingo" hemos pasado en menos tiempo del que tarda una generación al "una blusa o una falda todos los días". Los arrmarios estallan y cada prenda que te compras tiene que ir pensando en la pareja con la que va a combinar y con los zapatos que te vas a poner con cada una, el bolso y hasta las gafas y el pañuelo.

Vamos tan sobrados de fondo de armario que el cuerpo no tiene tiempo para ejercer de percha resultona.

¿Y si nos confinan de nuevo qué haremos? ¿Hacer desfiles delante del espejo, rodar vídeos y asetear a los familiares y amigos con nuestras poses? Y espérate… ¡que todavía puede que abran un Primark!

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