Náufrago en la isla
Ladrones de flores
Compañía: ProDanco. Coreografía: Marianela Boan con la colaboración de los intérpretes. Intérpretes: Dayme del Toro, Mildred Rubirosa, Evelyn Tejeda, Anny Cruz, Rafael Morla, Eric Roque, Yojanel Bruno y Anubis Arias. Dirección general y dramaturgia: Marianela Boan. Iluminación: Bienvenido Miranda. Vestuario: Nicole Jiménez. Música: Jorge Read. Día: 9 de junio. Lugar: Gran Teatro Falla.
La vida siempre pende de un hilo que se nos olvida que es de agua, aunque de ella venimos y a ella retornaremos, si antes no viene a buscarnos. Pero, a pesar de ser más poderosa que nosotros, hemos conseguido dominarla de algún modo y así, cambiamos la fuente y el cántaro, que siempre acababa roto, por el envase traslúcido. Este objeto cotidiano -debido a la insalubridad del agua corriente- conforma parte del diario devenir del país origen de esta compañía, esto es, República Dominicana, donde ha sido bautizado y bendecido, pues algo tendrá, con el nombre de "botellón", conformando un auténtico elemento de idiosincrasia de su paisaje. Mediante un interesante proyecto de investigación espacial y gestual, este humilde recipiente se trasforma en soberbio elemento poético y escénico, en una propuesta que fusiona diversos lenguajes escénicos como el baile, la palabra, el canto, la video-creación e incluso el teatro objetual o de marionetas, dentro de un estilo de arte total y colectivo que denominan con el sugerente término de "danza contaminada".
Ética y estética se dan la mano para expresar por medio de la coreografía una sed de cambios que se comparte de manera global y que se traduce en oleadas o mareas de una formar de bailar donde el cuerpo se expresa sin tapujos, en total plenitud. En un espacio vacío y con un vestuario de urbanismo caribeño, los ejecutantes organizan una ceremonia de liberación a través de un trabajo corporal muy físico con aires gimnásticos, así como acrobáticos, destacando el contacto interpersonal y con el espacio. De esta manera experimentan un catarsis colectiva para exorcizar sus miedos o conflictos sin resolver como comunidad humana. Su contrato social está en crisis, y, nunca mejor dicho, hace aguas por todas partes, como se manifiesta de manera corporal, a veces de manera violenta, incluso cruel, o también con cierto grotesco humor, como en un esperpento de ida y vuelta.
Todo culmina descubriendo la cara oculta del escenario del Falla -cuyo desvelamiento siempre provocas la ilusión de mostrarse como infinito e ilimitado- en un bellísimo acto de purificación comunitaria a través del agua. Porque aquellos que tienen sed de justicia, serán saciados.
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