Todavía Navidad
Una semana en Cerdeña
En enero de 1921 el inestable y enfermizo D (avid) H (erbert) Lawrence (Eastwood, 1885- Vence, 1930), que estaba viviendo en Sicilia, en busca de un clima benéfico para sus tuberculosos pulmones, que lo llevarían a la tumba, y de una paz social que en su tierra había hecho añicos, no sólo por su polémica obra, sino también por su affaire con la esposa de un probo profesor universitario, madre de varios hijos y prima del Barón Rojo, decide emprender viaje a la otra gran isla italiana, Cerdeña. De ese viaje, que apenas duró una semana, da cuenta este libro, escrito en poco más de un mes.
La entonces larga travesía en barco desde Palermo hasta lo que hoy es Olbia es contada al detalle, con descripciones de los marineros en las antípodas de un Conrad. Sorprende el clasismo acusado en quien, orgulloso de sus orígenes mineros, atacó ese defecto en la sociedad inglesa.
Casi todos los italianos le parecen sucios, desconfiados, sibilinos, siempre hablando de la debilidad de la lira frente a la libra (y curioso que critique el dinero como tema de conversación quien anota el coste de todo, quizá porque siempre vivió escaso). Las comidas, pantagruélicas o frugales, nunca faltan, bien las casi siempre deficientes que les ofrecen en los lugares de paso, bien las caseras que su mujer (a la que llama "la reina madre") y él elaboran en el infiernillo y con las provisiones que llevan de equipaje.
Y pese al tono desabrido, Lawrence no da una imagen negativa de la isla ni de sí mismo. Su sinceridad y su acelerada prosa, su vehemencia sin dobleces nos lo muestran tal cual, tan despreocupado por sí mismo como fue (baste decir que el original manuscrito de este libro, una vez editado, lo dedicó a una función…higiénica) y tan desencantado con el carácter sardo cuando lo saca de quicio cuanto maravillado con los parajes inhóspitos, la cordillera del Gennargentu, los pueblos acogedores o el buen vino tinto que le alegran el transcurso o el final de cada jornada.
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