Mercado editorial gaditano

Con sello de Cádiz

  • Con la resaca del Día del Libro y la Feria en el horizonte, jóvenes y veteranos editores de la provincia reflexionan sobre el presente y futuro del sector

Estanterías con diferentes libros.

Estanterías con diferentes libros. / Julio González

A pesar de que según el último informe Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España (2018) el índice de lectores en nuestro país ha crecido un 1,4 puntos en el último año y que el porcentaje de lectores alcanza ya el 67,2% de la población, la realidad en Andalucía y en nuestra provincia no es tan halagüeña. Así, el dato en Andalucía (56,8%) se sitúa por debajo de la media española y en nuestra provincia esta realidad no parece mejor. Sin embargo, se siguen haciendo libros. Y en Cádiz también, afortunadamente, aunque con las miras puestas en el mercado nacional y con mucho, muchísimo, trabajo detrás.

De este complicado pero hermoso oficio de hacer libros hablamos con veteranos y jóvenes editores de la provincia que reflexionan sobre el presente y futuro de un mercado en el que, la mayoría, ha sabido mantenerse a flote a pesar de las dificultades a las que se enfrentan.

Un mercado “pobre”, según Carmen Moreno, del sello gaditano Cazador de Ratas; un mercado “que es un reflejo del panorama nacional, con sus excepciones”, según Israel Alonso de la isleña editorial Cerbero; pero un mercado “donde están naciendo sellos de nueva creación que apuntan al mercado nacional”, según Ana Mayi, de Ediciones Mayi, casi haciendo un guiño a las dos editoriales anteriores. Y es que tanto desde Cerbero como desde Cazador de Ratas explican que su público objetivo está, de hecho, “mucho más fuera de Cádiz”.

“En la provincia tenemos varios sellos que son generalistas porque son el reflejo de lo nacional y lo global. Sellos que repiten fórmulas de edición, de mercado, de lo que creen que funciona y lleva funcionando mucho tiempo, pero, a mi juicio, están copiando un sistema de edición obsoleto en el sentido de distribución, porcentajes... En general, entiendo que hace falta cambiar muchas cosas porque la mayoría de editores se quejan, por ejemplo, del daño que ha hecho el libro digital pero para luchar contra eso lo único que hacen es repetir estas fórmulas que no funcionan”, opina Alonso que irrumpió en el panorama editorial en 2017 con fórmulas novedosas como la novela corta en papel y con una nueva mirada sobre la relación entre el editor y el autor.

“Nosotros apostamos desde el principio por cambiar las cosas desde abajo. Así, la idea fundamental era tratar al lector y al autor de la misma manera que nos gustaría que nos trataran a nosotros. Te explico: la mayoría de las editoriales españolas pagan a sus autores entre un 8 o 10 % del PVP sin iva de cada libro vendido, con algunas excepciones, claro, pero nosotros apostamos por pagar a los nuestros un 20% si el libro es en papel y un 70% si es digital. Además, procuramos darle mayor libertad al autor con lo que proponemos una exclusividad del libro de seis meses más o menos y los contratos, por ejemplo, los firmamos por 2 años y, si estamos todos bien, pues luego renovamos y si a alguien le apetece irse lo puede hacer libremente”, defiende el alma mater de Editorial Cerbero que también lucha “contra el fantasma del digital” haciendo “un esfuerzo grande” por hacer libros en este formato “realmente económicos, a un precio imbatible, lo que ha conllevado que tengamos un público muy joven”, asegura.

Relativamente joven, algo más de cuatro años, también es el sello Cazador de Ratas, un editorial “tradicional en el sentido de que no funcionamos ni con coedición ni autoedición, ni autoedición encubierta, sino que arriesgamos nuestro dinero, invertimos en distribución y en derechos de autores y, en alguna ocasión hemos dado anticipos, pero muy pocos, la verdad”, explica Carmen Moreno que inauguró su editorial con la literatura de género como bastión aunque “nos hemos ido abriendo poco a poco a la no ficción, con la publicación de varios ensayos, a la poesía y al teatro y la reedición de algunos clásicos, además, adelanto que para el año que viene vamos abrir otra nueva línea...”, dice, intrigante, la editora que, al igual que Cerbero, asegura que sus obras “funcionan mucho mejor a nivel nacional que en Cádiz” y que “como editorial gaditana” tiene “poco eco en la ciudad y la provincia y mucho eco de Madrid hacia arriba”. “Yo en Cádiz organicé presentaciones y venían dos personas y la misma la he hecho en Madrid y han venido 200”, apoya Israel Alonso.

En cambio, otros sellos nacieron desde y por el ámbito local. Entre ellos Ediciones Mayi, que comenzó su andadura centrada en dos líneas editoriales como los libros de viaje y el cómic, derivando en la actualidad a la narrativa, “como novela, relato y ensayo”, y apostando en los últimos tiempos por una colección destinada a la literatura juvenil e infatil. Ana Mayi explica que sus preferencias no suelen traspasar las fronteras de la provincia “pues aunque nos llegan originales de muchos lugares de España, al ser una editorial que desarrolla su proyecto en un ámbito local, preferimos autores o locales o que tengan vinculación con la provincia de Cádiz”.

No obstante, reconoce que en la actualidad andan “un poco estancados”, y van a lo seguro, “centrándonos en la reedición y nuevas ediciones de los que funciona bien en el mercado, sin aventurarnos en nuevos títulos”.

Cuando apuestan por un autor, eso sí, lo hacen con todos los riegos, como una editorial clásica, “corriendo con todos los gastos de edición, distribución y de publicidad dentro de nuestra pequeña estructura”. Sí que piden al autor todo el apoyo y colaboracion, “que sea uno más del equipo a la hora de dar a conocer su obra”.

Esta es la fórmula por la que también opta Joaquín Recio de la editorial Atrapasueños. “El autor debe comprometerse con su obra, tiene que ser el motor del libro, porque los libros no se venden solos, sino uno a uno, y tienen que presentarlos y difundirlos”.

Así, su modelo de edición también se basa en “conocer a la persona y su contexto y ya a partir de ahí nos arriesgamos”. De esta forma, “no trabajamos apenas la autoedición, sino que tenemos un catálogo y nos marcamos objetivos”. Por cuantificar, “editamos una media de 35 a 50 libros al año, los años buenos, con una tirada que oscila entre los 500 y 2.000 libros”. Publicaciones vinculadas a los movimientos sociales, la lucha colectiva y el compromiso social, que es la filosofía con la que nació Atrapasueños hace veinte años.

Siguiendo con los números, y recordando que en este primer trimestre del año se han editado ya en la provincia de Cádiz 96 obras y que en 2018 se alcanzaron los 316 libros, desde Cazador de Ratas hablan de 140 obras editadas desde su nacimiento con tiradas que empezaron “con 200 ejemplares” y que crecieron hasta llegar a una media de ventas de “1.000 ejemplares” aunque “yo creo que del libro que más tirada hemos hecho ha sido de 4.000 ejemplares”, asegura Moreno sobre unos números que, opina, “están muy bien para una editorial pequeña que empezó con 3.000 euros”.

En Cerbero, por su parte, son unos 53 libros los que han visto la luz desde enero de 2017 con tiradas que, y es otra de sus peculiaridades, vienen reflejadas en el contrato editorial. “En nuestros contratos editorales incluimos la cantidad exacta de libros que haremos. Cuando empezamos estipulamos que por cada edición se harían entre 100-500 ejemplares y si se superaba pues se hacían más ediciones, pero como vimos que los 100 libros se agotaban rápidamente pasamos a 300 y, después, a sacar 500 de golpe. Y ya cuando se supera pues cambiamos de edición y nos comprometemos a llegar a 2.500 ejemplares como máximo y si se superan pues ya tocaría renegociar”, aduce.

Ejemplares que compiten en un mercado donde, sobre todo, se reparten la tarta dos grandes sellos editoriales (Planeta y Penguin Random House) con su estrategia de concentración y absorción de otros sellos de tamaño medio. Pero, aunque no lo parezca, hay sitio para todos.

“No todo escritor llega a publicar en los sellos de esos grupos, ni a esas editoriales les interesa todo lo que se ofrece”, reflexiona Ana Mayi, en la misma línea que Carmen Moreno e Israel Alonso.

“Intentar competir con estos dos sellos, sobre todo con uno, es imposible. Ellos tienen un modelo de negocio muy bueno y contra eso no se puede luchar, así que lo que hay que hacer es encontrar el nicho de mercado que ellos no tienen o descuidan. Si te digo, creo que nosotros les molestamos más ellos que ellos a nosotros. Así que sí, se puede coexistir, somos complementarios”, defiende la editora y también escritora.

“No puedes competir, sus métodos son diferentes, sólo decirte que hay algunos grandes sellos en España que hacen que la primera edición de un libro no llegue a tocar la calle... Maniobras de mercado para llegar a cierta edición... Son sellos que ofrecen gran difusión a nivel nacional y que, a menudo, absorben y crean minisellos que se dedican a lo mismo que nosotros... Pero cuando ves que publican, por ejemplo, ciencia ficción con erratas por todas partes, traducciones hechas con google translate y el libro a un precio de 24 euros, mientras que yo tengo que contratar a un traductor, asegurarme que no haya un fallo porque no me perdonan una... Pero, sinceramente, a mí no me preocupa, porque nosotros apostamos por un contenido de alta calidad, tanto por dentro como por fuera, tratando de resucitar, con un lavado de cara y una estética acorde a los tiempos que corren, los míticos Bolsilibros, por ejemplo, y con ediciones muy cuidadas a un precio más que asequible, y está funcionando”, asevera Alonso.

Joaquín Recio lo pinta más difícil, subrayando las grandes dificultades a las que se enfrentan las pequeñas editoriales frente a las grandes. “Los tiburones de la edición lo manejan todo, desde la imprenta, la distribución y difusión y esto es lo que impera a la hora de que unos autores sean conocidos y otros no”. A esto le suma “la inflación tan bestia de títulos que no aportan nada a la literatura y que tiene más que ver con la popularidad de personajes televisivos”.

No obstante, aparte de la calidad de los autores por los que apuestan desde Atrapasueños, agradece la labor de las librerías gaditanas, sobre todo las especializadas, que visibilizan a sus autores.

De todos estos obstáculos habla Pedro Rivera, de la Librería Quorum, que hasta hace poco más de dos años mantuvo vivo su sello editorial, que fue el pionero en Cádiz. “El problema de las editoriales de la periferia es la distribución, que conlleva muchas dificultades, así como la saturación de publicaciones en el mercado”. Y claro, añade, “una editorial pequeña no tiene los resortes de una editorial o grupo importante”. Esto ha llevado a un cambio de modelo “por el que no hemos apostado” amparado en lo tecnológico “y con el que han resurgido nuevas editoriales de ámbito local”, puntualiza.

Con todo –los problemas y retos que plantea el papel y el universo digital– los editores de los pequeños sellos que todavía trabajan en el sector de la provincia de Cádiz continúan su labor “con mucha ilusión” y, en algunos casos, “creciendo a pasos grandes cada día”. Eso sí, es un trabajo sólo apto para apasionados amantes de la literatura.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios