La huella escultórica del Granadino
El recorrido artístico de la Santa Cueva está salpicado por varias piezas atribuidas al autor neoclásico Manuel González, con obras como 'Nuestra Señora Soledad' o 'El buen Pastor'
LA obra del escultor Manuel González 'el Granadino' también ofrece un recorrido propio en la Santa Cueva. Su presencia es más discreta, pero no menos importante, legando en esta capilla un estilo marcado por la fusión de su vertiente clasicista y romántica.
Nada más acceder a este espacio por el vestíbulo, el visitante se encuentra de cara un camarín protegido con una vidriera con la escultura de Nuestra Señora de la Soledad, que aparece sentada y mirando al cielo, triste, austera, ataviada con manto negro y bajo la que aparece la inscripción latina 'Andad, hijos, andad, porque y he sido dejada sola'. Otra obra suya puede verse muy cerquita en este itinerario, al bajar la escalera hacia la capilla baja, donde se erige la escultura de Jesús Nazareno caído bajo el peso de la cruz, bajo un arco donde luce la inscripción también en latín 'Todo el que desee alcanzar el reino eterno del cielo, venga sediento a este lugar, pues aquí está preparado el camino'.
Una frase que contextualiza el sentido litúrgico de este espacio, donde la pasión y el sacrificio se vive abajo, para luego ascender a los cielos artísticos de la capilla alta. Ya lo dice la inscripción bajo este Nazareno con el peso de la cruz a cuestas, '¡Oh dulcísimo Jesús mío! el peso de mis culpas os hizo caer tierra'.
De regreso al vestíbulo, a la derecha de la entrada se levanta la hermosa escalera de mármol de aires italianos que conduce hacia la pieza el medallón del Corazón de Jesús, envuelto y llamas y rayos, "al que de el padre José Sáenz de Santamaría tenía mucha devoción", explica David Gutiérrez, responsable de Patrimonio del Obispado de Cádiz. De hecho trabajó para ensalzar su culto en la diócesis de Cádiz y fuera de ella con la inscripción 'Venid a mí todos los que sufrís trabajos y tribulaciones y yo os confortaré'. Tras pasar este primer descanso, la escalera conduce en tramos bifurcados hacia el vestíbulo o antesala de la capilla alta. Aquí se encuentra el sepulcro del padre Santamaría, integrado por una caja cineraria y una pirámide coronada por una pequeña esfera con la cruz sobre el vértice.
Y justo frente a la entrada del oratorio luce otra imagen que también parece de Manuel González 'el granadino', la imagen del Buen Pastor, a la que se le atribuye mayor valía artística entre las obras de este escultor en la Santa Cueva. Dentro de una urna puede observarse caminando por el monte, con los pies heridos y sosteniendo sobre los hombros una oveja perdida. Su vestimenta es sencilla, "sin adornos, alejada del barroco". Y su rostro proyecta "amabilidad", con un gesto simbólico que denota perdón y misericordia, en una talla muy similar a la del Buen Pastor de la iglesia de San Francisco en Tarifa. Es la huella del autor neoclásico en Cádiz, con un legado más extenso en Granada, cuya obra manifiesta claros paralelismos a las piezas que hizo para la Santa Cueva gaditana.
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