Aquellos fotógrafos del caballito
Mesa revuelta
Francisco orgambideS
LOS lectores jóvenes, en estos tiempos de fotografía digital en los que todo el mundo tiene una camarita, ignorarán seguramente que en la plaza de San Juan de Dios trabajaban fotógrafos al aire libre, que revelaban las fotos al minuto y que, por eso mismo, eran conocidos en Cádiz como "los minuteros".
Con su babi, armados con una cámara de madera sobre un trípode, esperaban sobre todo en el andén entre el "Novelty" y el "Pasaje Andaluz", ante un caballo de cartón, retratando a chicos y grandes o militares sin graduación. Del trípode colgaba un cubito, preciso para el revelado, que hacían dentro de la misma cámara manipulando misteriosamente el positivo a través de una larga manga de tela negra, que impedía que entrara la luz en la caja y velara la placa.
También los había en la plaza del Palillero. Uno de ellos, Francisco Gómez García decía, hace ya más de cincuenta años, que los mejores clientes eran los reclutas y que los mejores días, los de fiesta. Contaba que un quinto le preguntó una vez, admirado de su "industria": "¿Cuanto va a cobrarme usted por pegarme en el cartón?
Uno de los más antiguos retratistas al minuto era José Ruiz Tocino, en San Juan de Dios desde 1937. Para él lo peor era la lluvia y el levante y lo mejor que el caballo de cartón no comía.
Estampa común era el minutero recogiendo sus bártulos en el bar de la zona que le permitía guardar el atrezzo equino y el armatoste de la cámara, para recorrer por ejemplo la calle Pelota tirando del caballo de las riendas.
Diego Muñoz Márquez se apostaba en su sillita plegable junto al "Sin nombre" desde 1940. Fue seminarista en San Bartolomé y además del reglamentario caballo de cartón tenía un borriquillo moruno.
La foto más peliaguda que hizo Diego fue cuando un señor de Filipinas le reclamó para un servicio. Le llevó hasta el cementerio armado de su cámara. El emigrado quería una foto de la lápida de la tumba de su abuela, sabe Dios para qué.
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