Víctima imperfecta | Crítica

Anatomía de una (posible) violación

Selma Alaoui, protagonista de este thriller belga sobre los abusos sexuales.

Selma Alaoui, protagonista de este thriller belga sobre los abusos sexuales.

Desde Bélgica, Víctima imperfecta suma un título más al cada vez más nutrido corpus de películas contemporáneas que denuncian los abusos sexuales y la cultura de la violación con el ánimo de reivindicar el consentimiento, el sí es sí y la sororidad como únicas opciones posibles.

Lo hace con aires y modos de thriller, un leve sesgo sensacionalista y la astucia de posicionar al espectador ante la duda razonable como estrategia con la que cuestionar las acusaciones falsas, mediante una estructura narrativa alterna que parte de la llamada de una mujer a la policía en plena agresión y las sucesivas versiones de los hechos de víctima y agresor tras el acontecimiento.

Víctima imperfecta se abre entonces a la gestión íntima y familiar del trauma o la culpa desde ambas perspectivas, situando a la policía que atendió la llamada de denuncia como aliada necesaria sobre la que también resuena el eco de alguna agresión previa y, por ende, de otras muchas agresiones similares.

Si la cinta consigue mantener el doble juego de punto de vista durante parte de su metraje, un último tercio ciertamente tramposo y un juicio sin sustancia revelan empero que el entramado sobre el que se sostenían la ambigüedad, los matices y la incertidumbre no era sino un mero efecto dramático que, lejos de servir como materia de debate moral y judicial para el espectador, era más bien un falso reclamo para un suspense artificial y trilero.