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Cultura

Sole Giménez, alma de blues en Santa Catalina

  • La artista, que canta y cuenta sus canciones, realizó un recorrido sentimental y musical anoche en Cádiz

La compositora e intérprete Sole Giménez con el músico Ivan 'Melón' Lewis, ayer en el Castillo Santa Catalina.

La compositora e intérprete Sole Giménez con el músico Ivan 'Melón' Lewis, ayer en el Castillo Santa Catalina. / joaquín hernández kiki

Alma de blues es mucho más que una canción que Sole Giménez escribió para los tiempos en los que militaba en los inolvidables Presuntos Implicados. Alma de blues es la propia alma de esta artista que lleva más de tres décadas paseando por los escenarios esa elegancia innata en movimientos y tesitura. Alma de blues es Sole Giménez hecha verso y melodía, como ayer demostró en el gaditano Castillo de Santa Catalina durante una noche en la que la artista embarcó al público en un auténtico recorrido sentimental y profesional.

Un periplo donde el respetable, que agotó las entradas de la fortificación junto a La Caleta, tuvo la suerte de contar con el relato de su propia protagonista. Y es que la autora de Mi pequeño tesoro (también, también la cantó, ¡cómo no!) no sólo abrió la boca para cantar. Sole Giménez habló, y mucho, sobre el repertorio de una hora y tres cuartos que ejecutó con gusto e inteligencia para sus seguidores acompañada con un partenaire de excepción, el maestro Iván Melón Lewis, excelso en sabor en cada nota.

Las entradas para el concierto de la artista en la fortificación estaban agotadas

"No sé si saben lo afortunados que son aquí. Nosotros, desde luego, estamos rendidos ante este atardecer que tenéis y esta brisa. ¿Lo saben, no? Son ustedes afortunados al tener esto", abría fuego Giménez maravillada con el lienzo violeta en el que se recortaba la silueta de la iglesia del castillo. Un decorado natural (el más magnífico decorado) que, como recordó la artista, visitó por última vez, hace nueve años. "Qué suerte seguir aquí, qué suerte estar aquí, qué suerte volver a este sitio..."

Lewis coloreaba los puntos suspensivos con los primeros compases de Sigo esperando la lluvia, el tema con el que Sole Giménez inaugura el concierto y el octavo disco de su trayectoria en solitario, Los hombres sensibles.

Y estuvieron, estuvieron sus hombres sensibles invocados en su voz de característicos giros y modos, sin embargo, se faltaría a la verdad si se rotulara este concierto como un recital de presentación del compacto que vio la luz el pasado año. Así, Giménez habló de su último compacto, alabó el trabajo y la disposición de los compañeros músicos que colaboran en estecasi disco de duetos (de Dani Martín a Victor Manuel, pasando por Antonio Carmona o Pedro Guerra, entre otros, cantan y componen para ella) pero apenas si recreó tres o cuatro canciones de este trabajo.

Volver al mar, la emocionante Detrás del piano (que originalmente canta con el colombiano Chabuco), o el blues Rosita Calamidad (que le escribió Teo Cardalda a quien Giménez conoció en la época en la que el compositor estaba con Golpes Bajos) fueron las únicas concesiones a su último disco.

Todo lo demás, influencias, recuerdos, vida... Nostalgia, eso sí, revisitada, actualizada, gracias, en buena parte, al buen hacer de Iván Melón Lewis, que igual arrima al tango La vida en rosa de Edith Piaf, que pasa por rumba la imprescindible Mi pequeño tesoro. ¿Y Sole? Sole es Sole. Alma de blues eterna. Cambia el vestido, que no el cuerpo.

Sole Giménez canta como Sole Giménez. Flexiona las piernas y apunta con el dedo índice al cielo en los gorgoritos (en ese amago de sentadilla que siempre me ha parecido que hacían las antiguas cantantes de blues y jazz), modula la cadencia de su voz, juega con las notas. Sole Giménez es Sole Giménez, no es Cecilia, en El ramito de violetas; ni es Armando Manzanero en Esta tarde vi llover ni en Esperaré; ni Antonio Carlos Jobim en la complicadísima Aguas de marzo (aquí sí que tiene que tirar de recursos e inteligencia la veterana intérprete); ni evidentemente tiene aires de Machín en Dos Gardenias que, por cierto, aprovecha para reivindicar a su autora, la cubana Isolina Carillo, y recordar "los miles de años" en los que la aportación de las mujeres compositoras al mundo de la canción "ha pasado desapercibida".

Sole Giménez es Sole Giménez hasta en el pegadizo y eterno Manisero con el que se despide de su público. Sole Giménez es siempre alma de blues, que, ¡qué curioso!, fue la única canción de todo el repertorio que no presentó.

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