Noches de paz
María Parrado, la estrella infantil en su tierra Raúl Rodríguez y la madre que lo parió, la auténtica Martirio
Martirio ha ido perdiendo, o más bien despojándose de cosas por el transitar en su largo camino por la música. Se desligó del grupo Jarcha para empezar una carrera en solitario con el desgarrador nombre de Martirio de Pasión; poco después se despojó de su apellido, y se quedó sólo en Martirio. Ya casi ha abandonado sus llamativas peinetas, pero parece imposible que olvide en el camerino sus gafas negras para enseñarnos sus hermosos ojos verdes. Quiso ser consagrada como tonadillera moderna, pero su versatilidad hizo imposible este encasillamiento que tanto le hubiera gustado, y por eso ha visitado casi todos los salones de la música, la estancia del flamenco, la salita de las sevillanas, el gran hall del jazz que comparte con el tango. Pero, como gran artista, nunca ha perdido su sello. Y este sello lo marcará todo también en el recital que ofrecerá mañana en Cádiz, junto a su hijo, el guitarrista Raúl Rodríguez, y el conjunto Tomate, Trío y Cebolla, formado por Javier Galiana, José López y Juan Sainz.
Todos ellos homenajearán al grandísimo Bola de Nieve, un artista cubano único, compositor e intérprete de grandes temas universales, y por supuesto, la noche también recibirá a los temas clásicos del repertorio de la gran Martirio, que a fuerza de despojarse de cosas, cada vez es más auténtica.
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